Las centrales obreras han solicitado un reajuste del salario mínimo del 18%, 7.44 % sobre el nivel mínimo del 10.56%,calculado si se acata la Constitución Política: sumatoria del 9.8% inflación de 2023 proyectada por el Banco de la República y de 0.76% de productividad laboral. Los gremios económicos,por intermedio de los centros de pensamiento cercanos a éstos (Fedesarrollo y Anif),han considerado que el reajuste no debe ser superior al de la inflación causada en 2023 que proyectan en el 9.6%, por considerar que un incremento superior llevaría a una mayor informalidad en el mercado laboral y a un serio obstáculo para seguir el proceso de bajar la inflación al 3% en el mediano plazo. Es importante, entonces, analizar el tema con base en las cifras oficiales que muestran la realidad económica
En el período 2013 a 2022 el reajuste del salario mínimo ha sido del 7.06%, promedio anual, mientras que la inflación ha sido 4.95%. En este largo escenario de reajuste salarial superior a la inflación en un 2.11%,la informalidad ha disminuido un 10% (del 62% al 56.1%) según el DANE; inclusive, ha sido mayor la baja de la informalidad si se mide por el incrementodel 32% al 45% del porcentaje de trabajadores aportantes al sistema pensional colombiano con respecto al total de ocupados (cobertura ocupacional)
Esta incontrovertible realidad contradice, contundentemente, los argumentos de la inconveniencia del reajuste salarial por encima de la inflación y su efecto sobre la informalidad laboral. Dado el largo período de tiempo de esta correlación positiva entre salario mínimo real (por encima de la inflación) y formalidad laboral, la explicación sensata es que, a diferencia de lo que argumentan permanentemente los centros de investigación citados, en la economía colombiana también es evidente la afirmación keynesiana de que un incremento en los salarios bajos trae como consecuencia un mayor nivel de actividad económica, toda vez que los trabajadores que los reciben presentan una muy alta disposición a consumir el nuevo ingreso (propensión marginal a consumir) yesto es positivo para el crecimiento (por efecto de lo que el gran economista llamó el multiplicador del gasto).
En este punto es pertinente recordar que el proceso que se presenta de reajuste del salario mínimo por encima de la inflación (incremento del salario real o de la capacidad adquisitiva) es indudablemente un mayor costo de producción para los empresarios (afectando la oferta), pero, igualmente, una mayor capacidad de demanda de los trabajadores. La evidencia empírica, durante el largo período mencionado, muestra que es mayor el efecto de la demanda, lo que se traduce en mayor crecimiento económico y disminución de la informalidad.
En relación con la posible afectación del proceso de continuar con la baja en la inflación por el incremento del salario mínimo real,un muy breve análisis, basado en la metodología del DANE para medir la variación de los precios, debe partir del hecho de que los trabajadores y pensionados que devengan el salario mínimo están comprendidos en la categoría de pobres y vulnerables quienes utilizan el 60% de su reducido ingreso para consumir alimentos, bebidas no alcohólicas y pagar arrendamientos y servicios públicos, cuyo aumento de precios en el período referido ha sido inferior al de la inflación total. Continuar con un incremento del salario mínimo por encima de la inflación causada del 2.11% o inclusive del 3% es racional; en todo caso la pedagogía por parte del gobierno de mostrar lo ocurrido en los últimos diez años será fundamental en la creación de expectativas favorables a dicho aumento. Un incremento superior sería complicado por ser posible que se creen expectativas de que la inflación se convierta en inercial.
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