Desde muy temprano en la mañana del jueves, varios congresistas alertaron al país sobre lo que estaba sucediendo en la comisión séptima de la Cámara respecto a la reforma de la salud. Fueron varias las intervenciones de congresistas y expertos que evidenciaban cómo el debate se estaba llevando de manera desordenada y confusa, al punto que algunos representantes denunciaron que no sabían qué estaban votando, como el parlamentario Camilo Abril del partido de la U. Lo insólito es que incluso, él, sin conocer lo que votaba, le dijo sí al proyecto.
Varias personas también denunciaron que el informe de la comisión accidental encargada del estudio de la reforma fue entregado en horas de la mañana. Esto quiere decir que cerca de 280 hojas de adiciones, modificaciones y nuevos artículos que nadie conocía, se votaron a ciegas, jugando así con la salud de los colombianos.
Desafortunadamente, un proyecto del cual depende la vida de todos fue votado en bloque en un acto de egocentrismo por parte del gobierno; y del hambre de mermelada de un número grande de representantes que están más preocupados por las elecciones de octubre que de la salud de los colombianos. Lo que fue aprobado es una colcha de retazos, con textos completamente antitécnicos, como establecer que los médicos deben garantizar resultados en los pacientes.
Durante el debate vimos a congresistas cercanos al gobierno llenando de expectativas al pueblo, en caso de aprobarse la reforma. La ponente Martha Alfonso prometió que se va a lograr que las citas con especialistas se den casi de inmediato. Uno tiene que ser muy caradura para engañar a la ciudadanía de esa manera.
El experto en salud pública Jonathan García Ruiz, quien incluso votó por Gustavo Petro, le contestó con estudios en mano: “Los tiempos de espera son un fenómeno global incluso en los mejores sistemas de salud del mundo. Por eso, hasta ellos abren la entrada a seguros privados. En España, el 55% de los pacientes esperan más de 2 meses, en promedio 3. En Inglaterra el 45% lleva esperando 4 meses. En Australia muchos esperan años”. Luego de un análisis juicioso de varios países, concluye: “Yo al menos no conozco ningún país que asegure a toda la población acceso a especialistas casi de inmediato y menos mediante un sistema de salud público. No pasa en ningún lado, no es posible.”
El debate público se ha centrado en las EPS. Pero, como bien lo ha dicho Julián Fernández, doctor en Ciencias en epidemiología: “el problema de la reforma no es que acaba las EPS, es concebible un sistema sin ellas con buen diseño y transferencia de capacidades, si se mantiene el aseguramiento. El problema es que no soluciona los problemas del sistema, no fortalece lo que ya existe y no es sostenible.”
Este proyecto elimina la función de gestión de riesgo y los controles previos y concurrentes, lo que conllevará a que se desborde el gasto y a que se aumente la deuda con las IPS. Esto traerá más barreras de acceso para pacientes, y más inequidades.
La reforma plantea, además, que los recursos del sistema general de participaciones, que hoy en día financian el régimen subsidiado a personas pobres con enfermedades de alto costo, pasarán a los centros de salud para actividades de promoción y prevención, dejándolos a la deriva.
“No hay sistema de salud en el mundo que no tenga barreras de algún tipo y menos en países profundamente inequitativos como el nuestro. El colombiano tiene fallas, como todos, pero ha avanzado con un importante grado de equidad. Lo que se propone es un retroceso en justicia social.” Jonathan García Ruiz
Por fortuna, falta un camino largo por recorrer, aunque del Congreso cualquier cosa se puede esperar.