El Gobierno nacional presentó las bases de su hoja de ruta para los próximos cuatro años, que llamó Colombia, Potencia Mundial de la Vida, uno de los gritos de campaña predilectos del presidente Gustavo Petro. Sin duda para un país con 60 años de conflicto armado, en el que el valor de la vida se perdió paulatinamente y solo comenzó a ser recuperado gracias al acuerdo de paz con las Farc en el 2016, el nombre escogido para bautizar el Plan Nacional de Desarrollo tiene un gran significado. Y en este caso, además, no se refiere únicamente a la iniciativa de paz total de Petro y su compromiso con la implementación integral del acuerdo, sino también a su apuesta por la sostenibilidad ambiental, otro de sus grandes propósitos.
Las bases son el banderazo para abrir una discusión más concreta del PND. Tras decenas de diálogos regionales vinculantes, ahora vendrán las opiniones de expertos, académicos, organizaciones sociales, comunidades campesinas, indígenas y afros, gremios, empresarios y autoridades regionales. También las discusiones al interior del propio gobierno y las audiencias regionales para discutir en forma más específica los presupuestos de inversión de los próximos cuatro años, las metas macroeconómicas, los sectores que se privilegiarán y las obras puntuales con las que se comprometerá en su mandato el nuevo jefe de Estado.
En ese escenario de debate que se abrió la semana pasada y culminará con la aprobación por parte del Congreso del Plan Nacional de Desarrollo, es fundamental que en el Norte de Santander se asuma con seriedad y rigor ese debate y se presenten nuestras propuestas al Gobierno con tiempo, sin improvisaciones, con claridad en las metas. La designación del gobernador como uno de los integrantes del Consejo Nacional de Planeación en representación de los departamentos es una buena oportunidad para que la voz de los nortesantandereanos sea escuchada.
Las prioridades del gobierno Petro en materia de inversión, orientadas hacia vías terciarias, educación y lucha contra el hambre, deben ser acogidas por la región y elaborar en forma técnica y juiciosa un plan de inversiones en esos sectores, consensuado con alcaldes, parlamentarios y gremios. Asimismo, la obsesión de Petro en avanzar en forma acelerada en la transición energética debe asumirse como prioridad del departamento. La vulnerabilidad que padecemos ante el cambio climático se hizo evidente en este crudo invierno en el que quedamos aislados por semanas por los derrumbes en las vías que nos conectan con el interior del país y la Costa Caribe.
Por otra parte, el arranque de las negociaciones con el Eln y las conversaciones con disidencias de las Farc y bandas criminales, así como el drástico cambio en el enfoque de la lucha contra los cultivos ilícitos, que se verá reflejado en el Plan, es una oportunidad extraordinaria para que el departamento trabaje en forma articulada con el Gobierno nacional en el fortalecimiento de las inversiones de regalías en los municipios Pedets del Catatumbo, así como en el fortalecimiento de un plan de sustitución social y voluntaria de cultivos ilícitos. Y finalmente siempre está Venezuela. Es importante el papel que comienza a jugar el gobierno venezolano en el proceso de paz con el Eln y el de Petro en las negociaciones de Maduro con la oposición del país vecino. Con ese fuerte vínculo político y la necesidad mutua de trabajar en la recuperación de la seguridad fronteriza y combatir las bandas criminales, la reanudación de las relaciones bilaterales cuenta con bases sólidas y se abren oportunidades para pensar en el largo plazo en la proyección de Cúcuta y su área metropolitana como la capital de un mercado de 70 millones de personas que nos permita avanzar en el propósito de décadas de transformar la economía local.
Petro perdió por paliza en el Norte de Santander y ahora sus principales políticas de gobierno coinciden plenamente con las necesidades del departamento. Una gran paradoja electoral y política, muy favorable para la región. No perdamos la oportunidad.
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