Contra la voluntad del expresidente conservador – lo fue más que los otros- Gustavo Rojas Pinilla, los publicistas de la época sabiamente dirigidos, optaron por multiplicar la imagen de su gobierno con la publicidad oficial, que culminó con la consagración en cada hogar de la inmensa litografía suya a color, colgada junto a la del Sagrado Corazón de Jesús. Todo iba encaminado a su reelección, el síndrome más regresivo de la democracia colombiana.
Con la llegada del Frente Nacional, una de las primeras medidas del austero republicano Alberto Lleras Camargo, fue la de prohibir la utilización de la publicidad para rendir culto a la personalidad de los altos funcionarios públicos, y se produjo un Decreto que todavía está vigente y que nadie cumple.
Pero fue tan impactante ese culto a la personalidad del general Rojas, que en nuestros municipios conservadores su litografía permaneció hasta finales de siglo en los despachos de las alcaldías. Fue famoso el incidente gravísimo, ocurrido a un gobernador en el municipio de Arboledas, que ofuscado ante la negativa del alcalde de desfijar la litografía, la descolgó el mismo. A la salida del municipio los simpatizantes del general Rojas le hicieron un atentado del que salió ileso por la habilidad de su chofer.
Los nuevos tiempos han tratado de frenar ese culto a la personalidad y se han producido medidas en el estatuto anticorrupción y en el Decreto 026 de 1998, que ni las Contralorías, ni la Procuraduría hacen respetar, y constituyen faltas gravísimas y graves sancionadas hasta con la destitución del cargo.
Nuestros funcionarios públicos, vanidosos e ingenuos, creen que los anuncios persistentes en la radio y la televisión producen votos y ello no es cierto. Lo grave es que además, son tan antiestéticos que les lleva a veces a hacer el ridículo. ¿O no han oído la cuña de Hacienda Departamental, que lleva dos años, repitiéndonos que el contrabando es un “delito penal”? ¿O la que recita un funcionario público con dificultades de pronunciación, que “gaguea o tartamudea, ofreciendo descuentos en la Oficina de Tránsito? ¿O los dos años de persistente propaganda personal de los funcionarios del Banco de Segundo Piso del nivel Departamental, que otorgan créditos personales con libranzas? ¿O la promoción personal de una lotería Departamental, que no hace sorteos?
Sí. Es más equitativo el gasto publicitario, si nos trasmiten mensajes institucionales y no personales de promoción política. Ahí les queda la inquietud , Señores de la “ías”.