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Descentralización urbana (I)
Las ciudades metropolitanas del país aportan casi tres cuartas partes del PIB nacional, mostrando que la economía también descansa en las áreas urbanas.
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Sábado, 22 de Junio de 2024

Establezcamos varias premisas que permitan desarrollar la idea de descentralización nacional desde una visión urbana. La primera es que ahora Colombia es un país urbano, no rural como lo fue hasta el siglo pasado. Con los datos de proyección de población DANE 2024, analizados por este columnista, Colombia es hoy un país con un 76,5% de población urbana. La segunda premisa es que eso implica ciudades cada vez más pobladas y extendidas, en un proceso de urbanización creciente que está llevando a la metropolitanización, que a su vez conduce a la redefinición técnica de “ciudad”, sacándola de su concepto jurídico-político.

La tercera premisa es que las ciudades, en su concepción metropolitana, son las grandes creadoras de valor económico, pero también de inseguridad y daño ambiental. Las ciudades metropolitanas del país aportan casi tres cuartas partes del PIB nacional, mostrando que la economía también descansa en las áreas urbanas.

Colombia es un país de macrorregiones no reconocidas jurídicamente, con separaciones físicas y culturales  marcadas. La única manera de "alivianar" la geografía es con infraestructura. Tener una pobre infraestructura hace de Colombia un país políticamente centralizado y geográficamente descentralizado. Por mencionarlas, de norte a sur están la región caribe, la región andina, la región pacifica, la Orinoquía y la Amazonía, fuera de los territorios insulares, con desniveles de desarrollo marcados por el modelo político centralista, de economía rentista que conlleva a un abandono regional por parte del estado nacional.

Estas regiones tienen a su vez subregiones. Los españoles trazaron en América del Sur unas fronteras con criterio “rentista”, reventando regiones geográficas y culturales homogéneas, disgregándolas en varios países como la Guajira, la Orinoquía y la Amazonía. Los criollos con el mismo criterio crearon una división jurídico-política, centrada en departamentos. Si se mira con cuidado, se ve que estos departamentos también hay sub-subregiones, heterogéneas y algunas también separadas físicamente.

En Norte de Santander, por ejemplo, Ocaña está más vinculada con el sur del Cesar que con Cúcuta; Toledo tiene mejor conexión con Arauca que con Cúcuta. Otro ejemplo. Desde Cartagena a Barranquilla y Santa Marta se llega en auto en hora y media y tres y media respectivamente, mientras que ir a Mompox desde Cartagena, ambas en el departamento de Bolívar, se tarda seis horas.

Esto nos lleva a repensar en regiones geográfico-culturales como una mejor definición: como cuencas y cordilleras. Y eso implica cambiar el modelo político, hacia uno más enfocado en el desarrollo sostenible. La cuenca Pacífica es el área costera entre la margen occidental de la cordillera occidental y el Pacifico, que desparramada en varios departamentos, divide una región homogénea.

La siguiente cuenca de occidente a oriente sería la del río Cauca y después vendría la cuenca del Magdalena; ya hay ideas de unión, particularmente en la cuenca del Magdalena medio y bajo. Finalmente vendrían las macrocuencas de la Orinoquía y la Amazonía, esencialmente fluviales. En las tres cordilleras, partes faltantes en este esquema de cuencas, las regiones se pueden definir por sus áreas metropolitanas, los nodos más destacados del subdesarrollo actual. Cúcuta es un caso binacional especial.

En la próxima columna trataré, con ejemplos, el asunto que aboca esta columna: la descentralización redefiniendo las regiones a partir de sus áreas metropolitanas y cuencas.

La descentralización política, el nuevo e inédito modelo, nos llevará al desarrollo; dirigir la discusión a estos asuntos, nos permitirá superar las discusiones bizantinas que dispara obstinadamente el presidente Petro desde su narcisista personalidad. Si pensamos en temas tan complejos como la descentralización físico-cultural del país y la integración regional mediante infraestructura impactante y sostenida, dejamos de gastar el tiempo en visiones “cósmicas” de la vida y la sociedad, con ojo avizor para defendernos en caso que Petro quiera hacer su golpe constituyente “duro”. La locura constituyente, si se enfocara en la descentralización política, sería un verdadero cambio. Más Sociedad para lograr más país y menos Estado, lo contrario de lo que busca la Constituyente Petro.


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