
La Academia Colombiana de Historia fue fundada en mayo de 1902, en plena Guerra de los Mil Días, con el objetivo de investigar, analizar y difundir la historia de Colombia para contribuir a la formación de la identidad nacional y de la ciudadanía, además de ser órgano consultivo del gobierno, dice su página web.
Esto nos indica que el Gobierno nacional, entonces presidido por el gramático José Manuel Marroquín, con la coadyuvancia de José Joaquín Casas, su ministro de Instrucción Pública, atendían dos frentes: el militar, con la guerra fratricida, que paulatinamente se iba extinguiendo dejando al país en ruinas; y el cultural, con una serie de personalidades que proponían la creación de la que hoy se conoce como Academia Colombiana de Historia.
Entonces empezó la investigación y difusión de esa historia que quedó aprisionada en el texto de Henao y Arrubla, la que todos estudiamos, y se inscribe en lo que Tocqueville denominó historiadores de las sociedades tradicionales en oposición a los historiadores propios de las sociedades modernas. A mediados de los años sesenta, del siglo XX, esa historia tradicional fue desplazada por la Nueva Historia. Desplazada en el nivel superior, porque en la educación básica y media, y en muchas Academias de Historia se continuó con la historia de principios de siglo.
Esas reuniones eran a puerta cerrada y sus estudios se difundían en el hoy denominado Boletín de Historia y Antigüedades que escasamente llegaba a las principales ciudades.
Bastó que llegara la pandemia a principios de 2020, para que, desde el 7 de agosto, día en que se posesionó como presidente de la Academia Colombiana de Historia el barranquillero Rodolfo Segovia Salas, ingeniero químico y magíster en Historia, y pensara en la implementación de la transmisión en directo de todas sus sesiones solemnes. En 118 años de vigencia de la Academia Colombiana de Historia, primera vez que un historiador de la región Caribe colombiana llega con sobrados méritos a su presidencia.
Es así como hoy, desde la comodidad de los hogares, tanto propios como extraños, porque las sesiones son públicas, podemos disfrutar de conferencias de calidad. Tal es el caso, por ejemplo, de La formación de los estadistas colombianos, de Benjamín Ardila Duarte; Marco Fidel Suárez: el dilema entre la extensión y la profundidad, por Teresa Morales Suárez, nieta del expresidente Marco Fidel Suárez; Forja de un arquitecto historiador y restaurador, por Alberto Carradine Angulo; Conmemoración del bicentenario de la campaña libertadora en Colombia.
Una aproximación desde el Ministerio de Defensa, por el Mayor Jorge Mauricio Cardona Angarita; El 31 de julio de 1900: golpe de Estado o cambio de gobierno y La caída de Rafael Reyes: anatomía de una crisis política, por Camilo Gutiérrez Jaramillo; Carabobo. Triunfo de las armas de la República de Colombia, por Gustavo Vaamonde; El extraño señor Núñez, por Rodrigo Llano Isaza; La ascendencia de Camilo Torres y Francisco José de Caldas, por Miguel Wenceslao Quintero Guzmán. Estas y muchas otras conferencias hoy se pueden ver y escuchar por el canal de YouTube de la Academia Colombiana de Historia y tenemos acceso a otros criterios. Este canal es su repositorio.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en https://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion