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Del baby boom al baby bust
Por décadas se impulsó el control de la natalidad, pero hoy Japón, China y otros países desarrollados incentivan la natalidad con poco éxito.
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Sábado, 29 de Marzo de 2025

Estamos viviendo, por primera vez en la historia un envejecimiento de la sociedad humana, como resultado de un proceso de despoblación debido a la caída de las tasas de fertilidad. El pico de población mundial se alcanzará, según algunas proyecciones tan pronto como alrededor de 2050 mientras otras lo colocan alrededor del 2070, año a partir del cual la población mundial empezará a declinar como ya sucede en algunos países. La tasa de declinamiento es desconocida, pero pudiera llegar a ser exponencial, como fue la tasa de superpoblación que empezó después de la revolución industrial.

Japón tenía 128 millones de habitantes en 2010 y para 2024 está en 121,5 millones; Rusia contaba 149,5 millones habitantes en 1991 y a hoy tiene menos de 145; incluso China empezó a declinar, en 2021 tenía 1.413 millones y a 2024 tiene 1.409. La razón es que la llamada tasa de reemplazo poblacional, el número promedio de hijos por mujer necesarios para mantener la misma población es de aproximadamente 2,2 niños por mujer.

En todo el mundo la tasa de reemplazo está disminuyendo desde los años 60 del siglo pasado. Para 2012 Asia oriental y sudoccidental la habían alcanzado y para 2020 ya era cercana a 1,4; América Latina y el Caribe alcanzaron la tasa de reemplazo en 2016 y en 2020 ya era de 1,9; Europa y Norteamérica llegaron a esa tasa en 1975 y hoy está en 1,5 impulsado por Estados Unidos pues Europa es hoy un continente envejecido; Australia y Nueva Zelanda llegaron a tasa de reemplazo poco antes de 1980 y hoy está sobre los 1,9. El Norte de África y Medio Oriente, que han vuelto la demografía parte de la guerra, estaba en 2020 en una tasa de reemplazo de 2,8, Asia Central y Meridional está próxima a llegar a la tasa de reemplazo. El África subsahariana es la que mantiene creciendo la población con una tasa de fertilidad promedio de 4,4 hijos por mujer.

El disparo de nacimiento de la década de 1950 en Europa se conoce como el baby boom y esa inyección de juventud permitió montar con éxito la famosa sociedad del bienestar que es insostenible con una población envejecida; tratar de sostenerla con intervención estatal tiene en crisis de inflación y deuda a las grandes potencias occidentales de Alemania, Francia e Inglaterra. Pasamos de un baby boom a un baby bust, por hundimiento en la fertilidad. 

El declinamiento demográfico permitió el regreso del socialismo a caballo de las “reivindicaciones sociales” que no podían sostenerse en sociedades declinando económicamente como consecuencia del envejecimiento. Japón se estancó; es el campeón en despoblación. Rusia, que en la Segunda Guerra Mundial puso millones de su superpoblada población como carne de cañón, ahora busca mercenarios y soldados de estados fallidos como Corea del Norte y Yemen para sus invasiones. Los rusos caídos en Ucrania tendrán efectos económicos graves en Rusia. 

El mundo no está preparado para esta nueva realidad a la que se llegó como resultado del éxito de la Sociedad Occidental en reducir la mortalidad, en particular la infantil, y la morbilidad con el desarrollo de los sistemas sanitarios urbanos. Pero lo que reversó el boom poblacional fue educar a la mujer; una mujer educada y económicamente independiente tiene la maternidad que ella puede afrontar óptimamente.

Con el declinamiento poblacional, los países que sean capaces de manejar inmigración inteligente mejoraran su comportamiento económico. Al futuro la generación de riqueza es el gran reto, mediante avances sensibles en la productividad, de lo contrario el mundo hará como en América Latina, redistribuir pobreza. 

Por décadas se impulsó el control de la natalidad, pero hoy Japón, China y otros países desarrollados incentivan la natalidad con poco éxito en la medida que sus sociedades se desarrollan y sus mujeres se empoderan. Hoy más que nunca, impulsar la ética del trabajo es lo que se necesita, no seguir impulsando la sociedad de derechos desfinanciados. 


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