Nunca pensé tener algo en común con un señor que, a pesar de haber ocupado los mejores cargos del país, no sabe el precio de un huevo. Sin embargo, es imposible no estar de acuerdo con el ex ministro Alberto Carrasquilla (por muy de Duque y uribista que haya sido) cuando dice que los medios, la academia, los empresarios, mejor dicho, todos los ciudadanos, debemos enfocarnos en hacer cosas desde nuestros sectores a pesar del telón de fondo político que nos ofrece el Presidente Petro.
“Es una gran distracción” dijo Carrasquilla la semana pasada en una entrevista con La República, refiriéndose al tema de la Constituyente. Concuerdo completamente en ello, y me atrevería a decir que cada cosa que se inventan en el Palacio de Nariño lo hacen simplemente para distraer a la gente. Hasta los más técnicos e intelectuales del país caen en ese juego y empiezan a sacarr tuits, vídeos, columnas y tiktoks explicando las inconveniencias de cada cosa que gesticula Gustavo Petro.
Pero a ese ritmo no se va a ganar la batalla de la narrativa, nunca. Es una rueda de hámster y para salir de allí nos toca hacer lo mismo que con los ex monotemáticos y fastidiosos: Dejarlos en visto.
Adicionalmente, porque la energía que gasta un montón de gente tratando de explicar los aspectos negativos de cada locura es demasiado grande y, sobre todo, no está teniendo resultados. La tonelada de prejuicios pesa más que las evidencias, y hay cosas muy difíciles de defender: Como la inocencia de las EPS en este panorama de crisis.
En Latinoamérica mandan más los medios y los influencers que los técnicos y los científicos, por lo que, de verdad, no vale la pena salir a desmentir cada insensatez o falacia que balbucea el presidente. Es totalmente estéril ese esfuerzo, y además, entre más técnicos nos pongamos, más se aleja la gente de la política.
En lugar de seguir haciendo esos esfuerzos, yo propongo que dejemos en visto a Petro cada vez que dice algo que: 1) la mayoría de la gente no entiende ni hace eco porque no sabe para qué le sirve o le perjudica en su vida, 2) distrae a la sociedad de los temas considerados de vital importancia por unanimidad como el empleo, la seguridad y la infraestructura.
Dejemos de copiarle al presidente todas las loqueras y sin sentidos de los que habla y verán cómo empezamos a tener una sola conversación nacional sobre lo importante. Como sociedad tenemos toda la capacidad de imponer una agenda, en lugar de que nos la impongan el estado de ánimo y las ocurrencias de Petro, que se convierten en cacofonías gracias al eco que le dan influencers y activistas pagos con nuestros impuestos, pero a los que también debemos dejar en visto.
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