De verdad siento decepción ante los resultados de la reciente III Cumbre UE-CELAC que reunió en Bruselas a los líderes de sesenta países, casi un tercio de los miembros de las Naciones Unidas, el 14% de la población global y el 21% del PIB mundiales, intentando relanzar la alicaída relación entre Latinoamérica y el Caribe (ALC) con la Unión Europea (UE).
No se trata de hacer leña del árbol caído, pero creer que haber dejado pasar ocho años desde la última vez que se reunieran, como si nada hubiera ocurrido, o si ello no importara, además de falso es engañoso. No solo que el mundo siguió girando, sino que además muchos hechos acontecieron.
Entre otros, la humanidad sufrió la pandemia del COVID 19, que en gran parte se palió en ALC con vacunas chinas ante la mezquindad comercial y humana europea, aunque duela recordarlo. Y más recientemente, el mundo viene sufriendo las secuelas de la muy condenable invasión rusa a Ucrania, la que ha afectado las líneas de abastecimiento de cereales, oleaginosas y otros productos alimenticios de origen ucraniano afectándose los precios de estos productos esenciales. En paralelo, China ha emergido con mucha fuerza, restándole tan solo Guatemala y Paraguay para que todos nuestros países hayan reconocido a Beiging como el único y auténtico representante del pueblo chino, por lo que nos queda mucho trabajo para impulsar una agenda compartida mutuamente beneficiosa para las dos regiones.
En opinión de Josep Borrel, Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, se le atribuye negligencia a Europa en su acercamiento a ALC, lo cual pareciera cierto, a pesar de que las empresas europeas siguen siendo el mayor inversor en la región, con cifras que superan lo que la UE ha invertido de manera directa en China, Rusia, Japón e India juntos.
China, sin embargo, se ha convertido gracias a su persistencia en el primer socio comercial de casi todos los países de ALC. Mientras tanto los proyectos de acuerdos de asociación y comerciales entre la UE y ALC han permanecido estancados o esperando modernizaciones.
En esta Cumbre los Estados miembros de la UE, han presentado una agenda de inversiones que suma 45 mil millones de euros hasta el 2027 en energías renovables, transformación digital o la innovación farmacéutica y el fortalecimiento de los sistemas sanitarios. También se ha suscrito una Alianza Digital con 20 países de la región, a fin de defender juntos una transformación digital centrada en el ser humano, especialmente importante para una región con elevados niveles de desigualdad y una productividad estancada.
ALC quiere y necesita crecer de manera urgente, pero con mayor igualdad y sostenibilidad. Por ello, la relación debe ser fundamentalmente política y no puede limitarse a lo comercial o a un listado de inversiones.
La relación debería buscar nuevos senderos o cursos de acción, haciendo que la defensa del planeta sea compatible con el progreso material y la equidad social. También debemos superar nuestras diferencias geopolíticas, puesto que la gran mayoría de ALC ha condenado en las Naciones Unidas la invasión rusa de Ucrania, no ocurriendo lo mismo con la importancia relativa y percepción de esta guerra de agresión.
Es por todo ello, que se puede concluir que los esfuerzos hechos en Bruselas son insuficientes, por no decir que decepcionantes. La defensa de los principios de la Carta de las Naciones Unidas y de un sistema internacional basado en normas en una época de tendencias autoritarias y dinámicas populistas requiere más que nunca de una decidida alianza entre la UE y ALC. No hay tiempo que perder.