Finalmente se ha llegado a la parte del proceso electoral en la cual los ciudadanos pueden evaluar y juzgar autónomamente a los candidatos presidenciales. Esta semana se condujeron dos debates, el primero en Medellín organizado por Semana y el segundo organizado en la Universidad del Norte en colaboración con El Heraldo.
En este último, la mayoría de los candidatos se refirió a los mismos temas, excepto Petro que todo lo ve con otra óptica. Es más soñador que los demás y menos concreto. Su actitud es sorprendentemente menos espontánea, como si respondiera a un libreto que tiene bien preparado. Esto es algo que comparte con Duque, que parece dando una lección. Fajardo habla como si en ese momento se le estuviera ocurriendo lo que dice, aunque posiblemente no improvisa. Germán Vargas está mas afable y más gordo que cuando era el candidato favorito.
En general los candidatos hablaron sobre los mismos temas: educación, productividad, impuestos, empleo, desigualdad o pobreza, medio ambiente, recursos naturales, energía y agricultura. Muy pocas referencias le hicieron a la industria. Lo que los diferencia no son los temas sino el marco en el que los desarrollan. El modelo económico de Duque y de Vargas es eminentemente capitalista, empresarial. Las soluciones que proponen a problemas como el desempleo y la pobreza se generarían espontáneamente en el mercado si se cuenta con los incentivos adecuados. Vargas es bastante más estatista. Quiere hacer valer lo que hizo en el gobierno de Santos para darle credibilidad a sus posiciones.
Fajardo y de la Calle operan con modelos que podrían calificarse como de economía social de mercado, en el que el Estado se hace responsable de lo que el mercado no puede atender, con énfasis en justicia social. Los dos se preocupan por la educación, como principal factor para promover productividad, corregir la desigualdad y equilibrar el acceso a oportunidades, a empleo y a recursos. Comparten la idea de proveer empleo a los jóvenes desempleados y capacitación para que no tengan que recurrir al rebusque o al crimen. De la Calle quiere ponerlos a trabajar en la provisión de bienes públicos que beneficien a los más pobres. Se compromete con la reforma agraria. Duque, Vargas y él proponen rebajar los impuestos empresariales y sustituir esos ingresos combatiendo la evasión.
Petro no acoge la idea de rebajar impuestos empresariales porque dice que contribuye a incrementar la desigualdad. El modelo de estado y de economía de Petro es definitivamente socialista. No habla de reforma agraria o cosas por el estilo porque las da por hechas. De la Calle y Fajardo comparten algunas de sus ideas, pero para desarrollarlas en el marco de la constitución de 1991.
Duque y Petro quieren una nueva constitución. Los dos aspiran a nombrar a todos los magistrados de los tribunales que quieren crear, lo que trae recuerdos de Fujimori y de Chávez.
La gran sorpresa del debate es que la paz es un tema central y es el elemento diferenciador. Duque fue el único que propuso reformar radicalmente los acuerdos. Germán Vargas le hizo caer en cuenta que su propuesta equivale a volverlos trizas. Los demás prometieron respetarlos y promover el cambio social.