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Cuestiones vaticanas
De pronto los vaticanistas sí alcanzaban a vislumbrar lo que se venía, porque ellos siguen las intimidades del Estado del Vaticano.
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Martes, 20 de Mayo de 2025

Cuando el 13 de marzo de 2013 el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio fue elegido papa, para convertirse en papa Francisco, indudablemente fue una sorpresa que nadie esperaba. De pronto los vaticanistas sí alcanzaban a vislumbrar lo que se venía, porque ellos siguen las intimidades del Estado del Vaticano. Fue una sorpresa, principalmente, por ser latinoamericano. Pero también por ser el primer jesuita en llegar al trono de san Pedro y ser el primero en seguir el nombre de Francisco, para honrar a San Francisco de Asís, razón por la cual nunca se le llamó Francisco I. Desde el periódico italiano Corriere della Sera - Mensajero de la tarde - se consideró que no era necesario.

Al ser elegido el norteamericano León XIV el pasado 8 de mayo de 2025, de nombre secular Robert Francis Prevost, los cardenales electores fueron más audaces. Tan pronto se supo su identidad empezó el escrutinio riguroso de su vida pública y privada. Ese el costo de la vida pública y la elección del papa conlleva el componente político. Ser norteamericano de nacimiento, de madre española, padre francés, tener ascendencia italiana y décadas de trabajo en Perú, lo hace “un auténtico hijo de la inmigración que tiene lo mejor de los dos mundos”. Definitivamente el papa Francisco era un viejo zorro de la política. Escuché una explicación muy gráfica. El papa Francisco buscó en Perú a un obispo de una pequeña diócesis, lo llevó al Vaticano, lo nombró prefecto del Dicasterio para los Obispos, es decir, le encargó la fábrica de obispos, y sin presentarle públicamente como su “delfín” se sabía que era el elegido y los cardenales, reunidos en cónclave, no dudaron en proceder de conformidad y con celeridad. Siempre se ha dicho que los muertos no eligen, pero en este caso sí funcionó. Apareció la excepción a la regla.

Hay otro aspecto de la elección del nuevo papa que nadie ha mencionado. O yo no he escuchado. Hace algunos años leí el libro Justo por pecadores, de Fernando Quiroz, novela que alguien denominó La historia oculta del Opus Dei. En un pasaje el autor menciona que las distintas Congregaciones viven en “acelerada carrera por el poder terrenal de la Iglesia Católica”. Creo que es apenas natural. Pero eso no fue lo que vimos el pasado jueves 8 de mayo, cuando se supo que el nuevo papa León XIV, de la Orden de los Agustinos, fue promovido por el papa Francisco, de la Compañía de Jesús, también conocida como la Orden de los Jesuitas.

Si seguimos desentrañando cosas de lo sucedido en Ciudad del Vaticano el día de la elección, observamos que cada escogencia del nuevo papa trae nuevos temas. Es así como antes se debatía sobre temas importantes, por ejemplo, la infabilidad del papa -asunto teológico de capital importancia en determinados círculos- o las finanzas del Estado de la ciudad del Vaticano a través del IOR o antiguo Banco del Vaticano, en cambio ahora eso pasó a segundo plano y la inquietud general es el sueldo del pontífice. Varios medios de comunicación nacionales e internacionales publicaron profusamente la investigación sobre ¿cuál es el sueldo del papa? Sencillo. Seguramente lo tiene, pero no lo precisa. Basta con pedir lo que necesita y, como se dice comúnmente, “se le tiene”.


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