Hoy se va el 2023 con más cuentas pendientes de gobierno que realidades a nivel nacional, regional y municipal. Hace un año comenzaba el gobierno de Petro y había muchas expectativas sobre la paz total, sus reformas en salud, laboral y pensional, y lastimosamente fueron más los escándalos que los logros.
Muy pronto un presidente termina chiflado a donde va, que incluso mirando algo de historia, a Rojas Pinilla lo hicieron al cuarto año de mandato. Se acaba el año, son 17 meses del gobierno del cambio, y el próximo año Petro tiene un gran reto en lo personal, con el país, y hasta con su propia historia: o redirecciona muchas actitudes como gobernante y logra en el 2024 algunas de sus propuestas, o el próximo año en temas de gobernabilidad el país podría entrar en una incertidumbre política, económica, que si bien es mundial, aquí podría agravarse, y lo peor, en el futuro electoral. Soy de los que espero que al presidente le vaya bien el próximo año.
Si a Petro no le va bien en el 24, todos perdemos. En ocasiones da la impresión que por su carácter el presidente no se ayuda mucho en ese propósito. En el último consejo de ministros insultó a varios de ellos, trató de incompetentes a otros, y él no asumió en lo más mínimo responsabilidad alguna. Mal presagio.
A nivel nuestro, hablando de cuentas pendientes de la administración municipal, nada más triste e indignante para Cúcuta que la manera como terminó las inútiles obras del Malecón. Decir que “terminaron las obras” es un exceso, una inocentada, porque lo que hizo el alcalde con “una licitación“ de 9.000 mil millones, fue una burla con la ciudad. Entiendo que el contratista con el dinero en el bolsillo envía un mensaje que no puede continuar con la obra porque ahora los materiales se encarecieron.
Uno de los mejores chistes que escuché este año, con un muy buen humor cucuteño, la esposa de un amigo, que decía que no había razones para criticar al alcalde de Cúcuta por todas las obras que prometió y que nunca hizo, porque él se había comprometido a entregarlas en el 2050. Así es, tendremos aún motivos para pensar en el 'tren del Catatumbo' y una estación subterránea en el Ventura Plaza. Nunca debemos perder el optimismo en Colombia, y menos en la ciudad.
Y hablar de las cuentas pendientes de la gobernación, la verdad me da hasta pereza por todo lo que quedó pendiente para la región, que ni para que escribir ni leer este fin de año de ese contrato del 'faro del Catatumbo', y menos en un momento en que al escribir esta columna, más que indagar sobre las cuentas pendientes a todo nivel, nacional, departamental y municipal - tema aburridor y hasta indignante para leer un 31 de diciembre-, hago algo mejor, y es preparar mi ligera maleta, empaco un par de libros y voy saliendo al aeropuerto para pasar este fin de año en la ciudad.
Trato de pensar en lo mejor de este año, y así rápidamente, nuestra selección femenina de fútbol. Un libro, 'La memoria recóndita de los hombres', del senegalés, Mohamed Sarr, Premio Goncourt de Francia. Felicidades en el 2024.
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