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Cónclave por Colombia
Consolidar entonces un centro que vaya más allá de la Coalición de la Esperanza y convoque múltiples liderazgos con valores y principios éticos comunes es un anhelo nacional frente al que no podemos ser inferiores.
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Domingo, 28 de Noviembre de 2021

 

La inmensa mayoría de los colombianos anhelan un cambio en la conducción del país en el 2022. Es evidente el deterioro de la situación nacional. La pobreza extrema se dobló en solo tres años y hoy son casi 8 millones de compatriotas los que padecen esta dura realidad. El hambre afecta a 21 millones que no tienen con que comer tres veces al día.

Somos los subcampeones en desigualdad en el continente, la inseguridad crece en los principales centros urbanos y la ausencia de implementación integral del acuerdo de paz causó un grave retroceso en la situación de orden público, especialmente en regiones como el Cauca, Nariño, Catatumbo y el bajo Cauca antioqueño.

Si sumamos a este grave panorama una política exterior de aprendices que en solo tres años nos llevo de ser la niña bonita de la comunidad internacional a la novia fea, y un desprestigio y carencia de legitimidad de nuestras instituciones sin precedentes, podemos concluir que el legado de Duque será un desastre y tras cuatro años de este gobierno uribista, los colombianos habremos pagado un costo muy alto por elegir un Presidente que no estaba preparado para gobernar, ni conocía al país y su gente.

No cabe duda entonces que serán cruciales las elecciones del próximo año y la campaña que ya arrancó será la oportunidad de los ciudadanos de escuchar con atención distintas propuestas. En el caso de la Coalición de la Esperanza apostamos a una opción de cambio, con liderazgo colectivo y con el propósito de construir un escenario político que permita recuperar consensos nacionales.

El statu quo que plantea la coalición gobiernista de derecha es una alternativa rechazada en forma mayoritaria por una ciudadanía indignada que percibe un estado corrupto e ineficaz que no resuelve sus problemas. Mientras que con la opción de izquierda, más allá de sus controvertidas propuestas y la incertidumbre que genera, se mantendría un clima de división y radicalización social y política que nos impide avanzar como nación, que nos tiene paralizados desde hace años. Tenemos que ser capaces de parar esta pelotera y recuperar el valor de la palabra “consensos” en la sociedad colombiana, para construir grandes acuerdos hoy indispensables y urgentes. Y esa peleadera solo la podemos parar desde el centro, con moderación, con capacidad de convocatoria a todos, sin alentar el odio y el miedo.

Tenemos entonces una enorme obligación con los colombianos de dar ejemplo y encontrar rápidamente acuerdos entre los liderazgos que apostamos a una agenda reformista de transformación social, para unir a los colombianos y no seguir dividiéndonos. El cónclave que se inicia hoy es una gran oportunidad, al tiempo que implica el enorme desafío de definir una agenda programática común-no una simple unión de mecánica electoral- y ofrecer a los colombianos una opción amplia e incluyente, a la vez coherente y consistente, que genere entusiasmo y confianza a una ciudadanía que no cree en su dirigencia, a una juventud que hoy ve su futuro con incertidumbre y preocupación.

Consolidar entonces un centro que vaya más allá de la Coalición de la Esperanza y convoque múltiples liderazgos con valores y principios éticos comunes es un anhelo nacional frente al que no podemos ser inferiores. Definir unos mínimos programáticos, buscar un cambio del Congreso con una lista única de lujo y definir con claridad las reglas de juego de un mecanismo democrático para escoger un solo líder del centro que compita en la primera vuelta presidencial de mayo con el respaldo decidido de todos los demás,son los grandes retos que tenemos para el Cónclave que inicia hoy.

Por fortuna el ambiente constructivo y positivo con el que se llega a las discusiones nos permite contemplar con esperanza las posibilidades de éxito de la jornada. No podemos cometer las equivocaciones del 2108. Aun tenemos tiempo para la grandeza.

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