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Colombia y Venezuela
Ahora con el triunfo de Petro los vientos soplan nuevamente a favor de la integración y con toda seguridad, paradojas de la vida, llegarán tiempos de recuperación económica y social.
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Domingo, 10 de Julio de 2022

El presidente electo Gustavo Petro y el candidato Sergio Fajardo siempre se preguntaban las razones por las cuales los nortesantandereanos apoyaban en forma tan abrumadora al uribismo en cada elección presidencial, a pesar del descontento que expresaban los distintos sectores políticos, económicos y sociales de la región con las políticas del gobierno Duque en la frontera. Casi toda la dirigencia departamental rechazaba la ruptura de relaciones con Venezuela, el cierre de la frontera y de los consulados, la nula cooperación binacional en la lucha contra el crimen y los efectos perversos de esta política. La respuesta podría extenderse, pero sin duda alguna la esencial es la efectividad que tuvo el discurso de Uribe sobre el peligro de la llegada del Castro-chavismo a Colombia, primero de la mano del acuerdo de paz de Santos con las Farc y después con Gustavo Petro en el poder. En la primera década de este siglo votaron por Uribe por susto a las Farc y en la segunda por miedo a “volvernos como Venezuela”.

Esos temores explican la derrota del plebiscito por La Paz en el 2016, la apabullante victoria de Duque en el 2018 y el éxito inesperado y arrollador del ingeniero Rodolfo Hernández en el 2022. Por cuenta del miedo al “Castro-chavismo”, un departamento conservador se derechizó aún más y pasó a convertirse en símbolo de la resistencia a Chávez y Maduro en Colombia. Y no es una actitud exclusiva de los sectores empresariales, sino de toda la ciudadanía. Los cucuteños que antes veían llegar los ricos venezolanos a desocupar los almacenes de la ciudad, ahora los ven pasar por las avenidas de Cúcuta en condiciones deplorables rumbo al centro del país. Huyen de la miseria.

Ahora con el triunfo de Petro los vientos soplan nuevamente a favor de la integración y con toda seguridad, paradojas de la vida, llegarán tiempos de recuperación económica y social. En ese nuevo y favorable ambiente se adelantó la exitosa cumbre binacional esta semana en San Cristóbal, que por su asistencia y convocatoria, demuestra los deseos de integración de la dirigencia de ambos lados de la frontera. Ese nuevo clima será aprovechado sin duda por el gobierno entrante para avanzar rápidamente, no solo en la apertura formal de los puentes, sino en el inicio de una nueva era en las relaciones binacionales, en la que deben ser tenidos en cuenta el Táchira y Norte de Santander, ignorados en los últimos 4 años.

La propuesta de recuperar la vieja idea del tren a Maracaibo como puerto de salida para las exportaciones regionales; la promoción de inversiones binacionales en la frontera; el impulso a una industrialización de la ciudad; la necesaria cooperación binacional para enfrentar las empresas multicrimen que se han asentado en la región; el nuevo enfoque para luchar contra los cultivos ilícitos en el Catatumbo, son parte fundamental de las propuestas de Petro en campaña, que traerán un enorme beneficio a nuestra gente.

En fin, por fortuna para el departamento termina un gobierno que nos dejó más violencia y pobreza y cero inversión pública de importancia. Sus visitas sólo eran para consejos de seguridad o para recorrer las obras del acueducto metropolitano y la doble calzada a Pamplona, que nos dejó el gobierno Santos. El famoso concierto de la frontera nos hizo un daño enorme. Duque contó en su triste paso por el poder con la apatía, casi que complicidad, de la mayoría de la clase dirigente regional que nunca levantó su voz con dignidad y carácter para reclamar un trato justo con el departamento. Hace 4 años llegó al poder con la mayor votación que Presidente alguno hubiera obtenido en Norte de Santander, casi el 80%. Llega ahora Petro con la menor votación, el 20%, por cuenta del susto a convertirnos en “otra Venezuela”. Con toda seguridad eso no sucederá. Ahora es el momento de apoyar sus propuestas que nos convienen como región. Paradójicamente al Norte de Santander le irá mucho mejor con el menos votado. Así es la política… y la vida.

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