Y llegó el día en que se cumplió con el cántico que se hizo viral en las calles y redes durante las masivas protestas del 2019 y 2021 contra Duque y su gobierno. Terminan los 4 años más intrascendentes de un mandato presidencial en Colombia. 4 años de improvisación e inexperiencia que terminaron además en grandes escándalos de corrupción. 4 años sin ninguna reforma de fondo en lo político, económico o social. 4 años de arrogancia e ignorancia, de cero empatía con los ciudadanos. 4 años de un grupo de amigos de colegio y universidad jugando a ejercer el poder como verdaderos aprendices y utilizando los bienes del estado como sus juguetes personales. Cuatro años de debilitamiento institucional y retroceso en materia de seguridad. Cuatro años sin un propósito claro, sin rumbo, que nos dejan como legado esencial la pérdida total de confianza de los ciudadanos en sus instituciones.
Se va un Presidente que nunca entendió a los jóvenes que protestaban en las calles pidiendo lo apenas justo. Un Presidente que duró cuatro años con un discurso en el exterior de defensa del acuerdo de paz y unas acciones internas orientadas a hacerla trizas. Un Presidente que despreció a las víctimas, indígenas y afros, saboteó las curules de paz hasta el último minuto y a quien nunca preocuparon los asesinatos de líderes sociales y de excombatientes de las Farc. Se va un Presidente que nunca respetó la autonomía e independencia de la justicia y de los organismos de control. Un Presidente que dedicó la mitad de su gobierno a las objeciones la JEP y la otra mitad a sacar adelante iniciativas como la cadena perpetua o la derogatoria a la ley de garantías, a sabiendas que no tenían ninguna posibilidad de pasar el examen de la Corte Constitucional. Un gobierno que jamás se empeñó en impulsar las reformas política o de justicia que se requieren con urgencia, por estar dedicado a una reforma tributaria cada año. Se
va el gobierno que pretendió clavarle el IVA al arroz, la papa y los huevos en medio de la pandemia.
El presidente que pensó tumbar al vecino con un concierto en la frontera y advirtió que tenía sus horas contadas. El único mandatario en la historia de Colombia a quien se le ocurrió la brillante idea de interferir en las elecciones presidenciales de la potencia del norte a favor del candidato de la derecha, dañando de esta manera décadas de una relación bilateral y bipartidista esencial para los colombianos. El gobierno que ideologizó las relaciones internacionales y politizó en extremo las fuerzas armadas. El gobierno que instauró el récord mundial de abuso poder con un programa diario de TV de 1 hora por más de un año para satisfacer su ego. Se despide así el gobierno de los 70.000 millones robados de Centros Poblados o de los 500.000 millones del OCAD paz, para solo mencionar dos de los escándalos de corrupción más vergonzosos.
En el plano regional se va el gobierno que nos mantuvo aislados cuatros años de nuestros hermanos venezolanos. El que mantuvo cerrados los puentes legales y abrió la posibilidad que las mafias criminales se tomaran las trochas. El gobierno que deja un Norte de Santander más pobre y violento. El gobierno que no dejó una sola obra de magnitud para el departamento. Por cierto, lamentable el aviso publicitario de la gobernación de Norte de Santander agradeciendo al gobierno Duque el proyecto del acueducto metropolitano de Cúcuta que se concibió y financió en su totalidad en el gobierno Santos. Hubiera bastado que el gobernador consultara con sus amigos antecesores para conocer la realidad de esta obra, que será de gran importancia para el crecimiento del área metropolitana de la ciudad.
Llega esta semana el nuevo gobierno y con él las esperanzas de millones de compatriotas en un cambio profundo y tranquilo, que garantice al tiempo estabilidad y equilibrio. Por el momento, por fortuna, ya podemos gritar con alegría, Chao Duque.