Pusilánime la actitud del director general del noticiero CM&, Yamid Amat, en la entrevista realizada en la noche del miércoles, 28 de febrero, a Claudia López fórmula presidencial de Fajardo.

¿En qué sentido? En aceptar en varias ocasiones, o afirmar, que es imposible vencer o por lo menos disminuir drásticamente los niveles de corrupción en Colombia. Si un personaje de esta talla, reconocido y admirado periodista tiene anclado en su chip esta concepción ¿qué podemos esperar de otros ciudadanos?

Reconociendo que nuestra nación ha sido cuna de estos vicios en toda su existencia, también hay que ser forjadores de una nueva estructura mental educativa donde estos paradigmas se vayan venciendo.

¿Imposible? Soy optimista y contesto que no. 

Que lo único imposible que hasta el momento persiste es vencer a la muerte, y que la demostración que naciones pueden vivir sin este flagelo son muchas, por citar algunas Nueva Zelanda, Dinamarca, Finlandia, Suecia, Suiza, Noruega, que han consolidado una política de estado donde este problema mental en que la consigna es obtener dinero de la manera más fácil  y rápida ha sido erradicada en su mayor porcentaje y permite por lo tanto que los recursos del estado sean invertidos adecuadamente, en una retribución sana de los impuestos del ciudadano en servicios óptimos de salud, educación, vías, recreación.

¿Por qué unos países logran el tan anhelado sueño? 

Porque son más desarrollados, más civilizados, más cultos pensamos la mayoría. Pero lo importante de este proceso va más allá, y la posición presentada por este periodista nos la muestra: es la aceptación tácita que siempre tiene que haber corrupción o por lo menos disminuirla a mínima expresión (como en alguna ocasión lo manifestaría algún presidente).

No, y mil veces no. 

La honestidad tiene su piso desde casa. Los padres somos los principales responsables, los que debemos dar ejemplo para que el niño no se forje en su mente que la mentira y la viveza son los parámetros de conducta.

Donde los niños no sean espectadores  de reuniones en las cuales se reparten los contratos y reciben jugosas coimas, donde producto de estas ganancias ilegales disfruten de suntuosas posesiones, donde les parezca natural y lógico que ellos sean privilegiados mientras que millones de infantes no.

No es utópico pensarlo y ponerlo en práctica. 

Claro que se puede, pero necesitamos de reformas estructurales de la justicia que castigue en forma ejemplar a todos los implicados en esta malsana costumbre y no escuchemos las irrisorias penas como en el caso del senador Bernardo Miguel Elías, más famoso como “Ñoño” Elías a quien se le penalizó con 6 años y 8 meses por los delitos de cohecho ( entregar sobornos para obtener favores) y tráfico de influencia, pero que esperamos se amplié por los otros que aún le quedan por investigar como son el lavado de activos y enriquecimiento ilícito. 

Entonces, no  desestimemos a las personas que están colocando toda su energía en lograr estos cambios. De la unión nace la fuerza y es el momento de demostrarlo.