A toda marcha, la Industria Militar de Colombia (Indumil) trabaja para sacar adelante el primer fusil de fabricación nacional. Desde una de sus fábricas, en las afueras del municipio de Soacha, Cundinamarca, ingenieros y operarios trabajan en planos y piezas en una apuesta que busca marcar un antes y un después en el armamento nacional.
Se trata de la fabricación de 'Miranda', nombre provisional otorgado por el presidente Gustavo Petro. El título definitivo lo decidirá una convocatoria pública. Pero mientras eso sucede, el proyecto que empezó en 2020 alcanza un avance cercano al 75%. Dos de sus tres fases están casi terminadas y en dos meses se espera que una primera serie de 10 prototipos sea puesta a prueba en escenarios extremos antes de dar el salto a la producción.
'Miranda' tiene 120 piezas e incorpora un diseño más ligero que el Galil israelí, todavía en uso por parte de las Fuerzas Militares, gracias a que el 65% de su estructura está hecha en polímeros de alta resistencia, frente al acero predominante de su competidor. Hecho que también lo hace más económico. Al mismo tiempo, su configuración permite integrar miras, linternas o designadores láser; su sistema de cargador es compatible con otras armas; y fue concebido para soportar ambientes extremos como selva, desierto o mar, garantizando confiabilidad en condiciones adversas.
El propósito es claro: contar con un arma nacional que sustituya progresivamente al Galil. Avanzando hacia una mayor autonomía en materia de defensa y mejorando las condiciones de los uniformados. “La evolución se debe a que el fusil actual es muy pesado, los materiales con los que se está fabricando son cada vez menos amigables al medio ambiente y más complejos”, explica el ingeniero de diseño y desarrollo, Julián Darío Rojas.
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¿Cómo se llegó hasta aquí?
No fue de un día para otro. Desde 2020, cuando las Fuerzas Militares pidieron un fusil más liviano y con miras abatibles, los ingenieros de Indumil se entregaron a la tarea de imaginarlo. Primero se comparó lo que ofrece el mercado y se depuraron opciones hasta hallar la hoja de ruta. A inicios de 2023 arrancó la fase de diseño. Horas y horas frente a las pantallas, dibujando y borrando, moldeando en 3D cada pieza, hasta que por fin lograron imprimirlas, logrando entender en primera medida qué se estaba haciendo bien y qué se tenía que modificar.
Superado ese paso, todas las piezas, tanto las metálicas como las plásticas, fueron fabricadas para finalmente ensamblarlo y ponerlo a prueba. Las Fuerzas Militares fueron claves en ese punto, pues lo evaluaron e hicieron recomendaciones. “El año pasado, hacia diciembre, organizamos un focus group con fuerzas especiales del Ejército, la Armada y la Policía. Queríamos que vieran el fusil, lo tuvieran en sus manos y nos dijeran qué podía mejorarse. De esas sesiones salieron observaciones que corregimos de inmediato”, explica el coronel retirado y actual gerente de la fábrica, Javier Camargo Romero.

Esos ajustes marcaron la transición hacia la etapa definitiva: llevar los prototipos al límite en pruebas de resistencia, donde cada pieza deberá demostrar que podrá soportar el peso de la selva, el desierto o el mar. Por eso, en los próximos dos meses se producirán 10 prototipos que serán evaluados inicialmente por la propia Industria Militar. Luego, 50 más serán distribuidos entre las Fuerzas Armadas para que realicen las mismas pruebas en condiciones operacionales reales. La meta establecida es tener el fusil completamente desarrollado y listo para producir en 2026.
La transición al nuevo fusil puede tardar unos cinco años, adquiriendo una capacidad de producción de 80.000 fusiles anuales para reemplazar los 400.000 fusiles Galil que existen en el país.
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La pistola Córdova: el antecedente del fusil
La pistola Córdova fue la primera arma de fuego desarrollada completamente sin asesoría extranjera. Este producto insignia de Indumil marca un antes y un después en la capacidad de diseño y fabricación nacional de armamento.
El desarrollo de esa pistola comenzó en 2009 como una necesidad estratégica de crear armamento propio. Tras años de fabricar únicamente, bajo transferencia de tecnología, fusiles Galil israelíes y revólveres españoles, Indumil decidió apostar por el desarrollo independiente. El proyecto tomó cinco años: uno dedicado al diseño conceptual y cuatro años más para implementar completamente la línea de producción.
"Estamos sacando 1.000 pistolas con apenas 15 personas en un turno, siendo el producto insignia de la industria militar" que ha logrado gran éxito comercial con empresas de seguridad y sector civil, explica el ingeniero Javier Farigua. Esas enseñanzas fueron claves para el proceso del fusil que hoy se adelanta y los resultados de las próximas pruebas serán decisivos para saber si Miranda puede traducirse en autonomía, ahorro y mejor condición para los uniformados.
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