La vulnerabilidad de la seguridad presidencial quedó expuesta a través de un engaño cuidadosamente construido. Una mujer, identificada como Stephanie Salgado, logró hacerse pasar por capitán de la Policía y con esa fachada ingresó en repetidas ocasiones a espacios reservados de las Fuerzas Especiales y del entorno más cercano al presidente Gustavo Petro.
La operación de contrainteligencia reveló que, durante meses, la falsa oficial y dos militares activos participaron en actividades judiciales y reuniones de carácter confidencial. Lo más grave: accedieron a información estratégica y a unidades con responsabilidad directa sobre la protección presidencial.
De acuerdo con los reportes oficiales, Salgado no solo entraba en instalaciones de alto nivel como el Batallón de Fuerzas Especiales N.º 5 y la Dirección de Protección de la Policía, sino que además lo hacía acompañada por personal autorizado, lo que le daba legitimidad frente a otros miembros de la Fuerza Pública.
La mujer incluso tuvo participación en diligencias judiciales donde se manejaban temas de inteligencia militar, un escenario reservado exclusivamente para mandos oficiales. Su presencia pasó inadvertida hasta que se detectaron inconsistencias en sus credenciales y en la forma en que lograba movilizarse sin mayores obstáculos.
La investigación destapó la participación de un mayor del Ejército, quien fungía como comandante del Batallón de Fuerzas Especiales N.º 5, y de un sargento de la misma unidad. Ambos, junto con la falsa capitán, fueron capturados el 19 de septiembre y ahora enfrentan cargos por concierto para delinquir, revelación de secreto, fraude procesal y prevaricato por omisión.
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Según las autoridades, la finalidad de la red no era únicamente infiltrarse en los sistemas de seguridad, sino también apropiarse de estupefacientes y material incautado en operativos judiciales.
¿Se afectó la seguridad de Gustavo Petro?
El caso ha generado alarma nacional porque la infiltración coincidió con pérdidas de armas e irregularidades logísticas en las unidades comprometidas, lo que aumentó el nivel de riesgo para el presidente. Los investigadores no descartan que se haya intentado acceder a información sensible relacionada con su agenda y su esquema de protección.
La gravedad de lo ocurrido ha dejado en evidencia fallas críticas en los protocolos de control y verificación, no solo dentro del Palacio de Nariño, sino también en las unidades de élite encargadas de la seguridad del jefe de Estado.
El escándalo abrió un debate interno en la Fuerza Pública sobre la responsabilidad de los altos mandos en la detección tardía de la infiltración. La Fiscalía y los organismos de contrainteligencia avanzan en el esclarecimiento de los hechos.
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