Este lunes a las 2 de la mañana, hora colombiana, arrancó en Ginebra, Suiza, una reunión clave del Comité de Expertos en Farmacodependencia (CEF) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que podría cambiar la historia de la hoja de coca, pues allí se someterá a una revisión crítica su clasificación como una sustancia de alto grado de peligrosidad, al mismo nivel que la cocaína.
El encuentro es el resultado de una solicitud formal hecha por los gobiernos de Bolivia y Colombia para revaluar la inclusión de la planta en la Lista I de la Convención Única de Estupefacientes de 1961, una decisión que, según organizaciones de la sociedad civil y la academia, se configuró como un "grave error histórico" basado en informes con poco sustento científico y sesgos racistas.
La decisión de someter a la hoja de coca a un estricto control internacional se basó en informes de la década de 1950 que ignoraron por completo sus beneficios medicinales, nutricionales y culturales. En esos años, organismos de Naciones Unidas llegaron a afirmar que la coca era "la causa de degeneración en las sociedades andinas".
Estar en la Lista I implica que la hoja de coca es considerada una droga con alto potencial de abuso y con poco o ningún uso científico o médico , una categoría que comparte con la morfina. Esta prohibición ha impedido estudiar de manera rigurosa sus usos y beneficios nutricionales.
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Aunque la relación entre la hoja de coca y la cocaína es innegable, pues la mayoría de las especies de la planta contienen el alcaloide, la diferencia es sustancial. La cocaína está presente en la hoja en un rango que va del 0.5% al 2.4% , y su producción requiere un proceso de extracción con disolventes. De hecho, se necesitan más de 4.2 toneladas de hoja de coca fresca para producir apenas 1.5 kilogramos de pasta base de coca.
El proceso de revisión actual, que es de carácter técnico, está basado en un borrador de informe del propio Comité de Expertos de la OMS, conocido el pasado 20 de septiembre. Dicho documento contiene hallazgos que reivindican los conocimientos ancestrales de las comunidades indígenas andino-amazónicas.
El informe científico reconoció que la hoja de coca posee propiedades antihipertensivas, antioxidantes, antiinflamatorias y anticancerígenas, además de actividad estimulante y antidiabética. Concluyó también que, a diferencia del tabaco, el mascado de coca no parece tener actividad cancerígena en la boca ni representar daños en el ADN.
Sobre el riesgo de dependencia, el documento indicó que no existen estudios científicos en humanos que lo demuestren, pero que los estudios etnográficos disponibles no muestran evidencia de síndrome de abstinencia o de patrones compulsivos de uso. Un estudio en Perú con más de 1.300 personas que mascaban coca concluyó que la prevalencia de consumo nocivo era "virtualmente inexistente" (0.1%). Por todo ello, el borrador del comité señaló que la hoja de coca "no representa riesgos significativos a la salud humana".
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En la sesión pública de este lunes, en la que participan de manera virtual delegados de Colombia como Alianza Coca para la Paz, Elementa DDHH y Dejusticia, se discutirán los vacíos y se aportará nueva evidencia. A partir de allí, el comité emitirá una recomendación final, abriendo tres posibles escenarios.
El escenario más probable, según las organizaciones, es la reclasificación. Esto significaría mover la hoja de coca de la Lista I a la Lista II, lo que permitiría mayores usos médicos con controles más flexibles, al reconocer que el riesgo de dependencia es bajo o nulo.
Un segundo escenario, considerado el más improbable, es la desclasificación total, es decir, que la hoja de coca deje de ser una sustancia fiscalizada y se abra un mercado internacional sin restricciones. Esta opción es difícil porque el informe de la OMS mantiene la preocupación por la facilidad con la que se puede extraer cocaína de la hoja.
El tercer escenario, calificado como "catastrófico", sería mantener los controles actuales en la Lista I. Sin embargo, esta posibilidad también parece improbable, ya que sería difícil de justificar con la evidencia del propio informe que reconoce la ausencia de un riesgo significativo de dependencia.
Una vez termine la audiencia, el proceso dejará de ser técnico y se volverá político. Se espera que el Comité de Expertos de la OMS comunique sus recomendaciones finales en diciembre a la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas (CND) en Viena.
Será este órgano, conformado por 53 países, el que tendrá la responsabilidad de votar a favor o en contra de la recomendación, una votación que podría ocurrir en su reunión de marzo de 2026. El panorama para conseguir una mayoría de votos es complejo, especialmente en un momento en que Colombia, como país proponente, enfrenta un fuerte escrutinio por el récord histórico de cultivos de coca para el narcotráfico.
En su intervención, las organizaciones Dejusticia y Elementa señalaron que la revisión es una oportunidad para "corregir el error histórico" y proteger los usos tradicionales de los pueblos indígenas. Criticaron que el informe de la OMS no le hace justicia a la riqueza del conocimiento indígena y que la prohibición ha afectado el derecho a la autodeterminación de estas comunidades y ha limitado la investigación científica.
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