En la densa bruma de la madrugada Jamilton Ruiz y Nodier Díaz arrastran su canoa tricolor hasta tocar las aguas dulces del río Catatumbo. La faena apenas comienza y la riqueza de esas cristalinas aguas está por mostrarse como todos los días, exponiendo la generosidad de un caudal lleno de vida.
A la altura del sector Río Negro, Jamilton y Nodier lanzan sus redes cuando el sol se asoma tímido. Cinco minutos después arrastran las redes de nuevo hacia la canoa y la naturaleza hace lo suyo: los peces moviéndose entre los hilos tejidos de la red. El ejercicio lo repiten y lo replican tantas veces sea necesario para completar la pesca propuesta.
Sus familias viven y han vivido de la pesca por décadas, así como miles de hogares en el Catatumbo, donde este se ha convertido en un renglón económico importante, no solo como método de subsistencia, sino también desde lo comercial.
El noble río Catatumbo, que nace en el cerro Las Jurisdicciones a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar, no solo da nombre a esta rica región de Norte de Santander, sino que ha permanecido silente y productivo, siendo fuente de subsistencia para quienes viven en las riberas de su trayecto, que termina desembocando en el Lago de Maracaibo (Venezuela).
Es protagonista de unas aguas prósperas, donde el bocachico, paletón, manamana, panche, rampuche y otras especies se han convertido en un bocado de comida seguro para las más de 200.000 familias viven sobre la margen de sus cauces.

Junior Maldonado, de la junta directica de la Asociación Campesina del Catatumbo (Ascamcat), contó que el río Catatumbo es tan generoso que permite una pesca binacional, “que viene desde el Sur del Lago y sube hasta el Catatumbo colombiano”. Además, que atraviesa gran parte de los ocho municipios del Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) del Catatumbo.
“La pesca es un renglón económico de la región que se desarrolla principalmente en la parte baja de La Gabarra, pero la pesca siempre ha existido por subsistencia por décadas en esta región. Pero, ahora se ha convertido en una pesca comercial, y precisamente en el corregimiento de La Gabarra hay unos comités de pescadores”.
Estos comités buscar regular a través de las comunidades la pesca para que esta no afecte el medioambiente. “El pueblo Barí ha ayudado también a regularla para que se desarrolle de manera indiscriminada y no se perjudique el río y los peces”.
El río Catatumbo descansa al ver caer la noche, para levantarse al día siguiente y seguir dando su fuente de vida a los catatumberos. Ellos sueñan con mostrar, día tras día, como su territorio es próspero, con una naturaleza rico en biodiversidad, pero sobre todo como el Catatumbo quiere vivir en paz.
Texto: Keila Vílchez B. / Carlos Ramírez
Fotografías: Carlos Ramírez
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