Un mediodía común y corriente, como el que tantas veces había vivido, se convirtió en tragedia para la familia Jaramillo, cuando dos hombres en una motocicleta llegaron con el objetivo de quitarle la vida a uno de ellos.
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Se trataba de Ernesto Jaramillo, quien, después de haber almorzado, estaba sentado en el andén junto a su hijo, como todas las tardes, recibiendo la brisa del nublado clima que refrescaba el 26 de mayo a Cúcuta.
Mientras los dos conversaban junto al Estadio Centenario de Atletismo, el antiguo Polideportivo de Atalaya, dos hombres pasaron en una motocicleta Suzuki AX 4, negra, estos habrían reconocido a Ernesto, se detuvieron aproximadamente 15 metros más adelante, descendieron del vehículo y lo encararon.
Hubo un breve forcejeo, en el cual, uno de los agresores desenfundó un arma de fuego, de un momento a otro, sonaron estruendos de bala que alertaron a los vecinos. Los sujetos habían impactado a Ernesto, quien cayó agonizando sobre el suelo, y la sangre se empezó a extender bajo su cuerpo, su hijo corrió de la escena para ponerse a salvo.
En tanto, los vecinos, que conocían a Ernesto desde hace más de dos décadas, salieron y lanzaron piedras y escombros contra los criminales, quienes intentaron subirse en la moto para escapar, pero el forcejeo continuó y tumbaron el vehículo, que cayó sobre su costado derecho, resultando en que se le partiera el retrovisor de ese lado.
Aún así, emprendieron la carrera para huir corriendo, se dirigieron hacia la avenida Kennedy, donde escaparon con rumbo desconocido. Según algunos testigos, en dicha carretera los habría recogido un automóvil.
En tanto, el accionar de la comunidad se dividió en dos, un grupo alertó a las autoridades y se quedaron resguardando la motocicleta abandonada, en tanto, otros trasladaron por sus propios medios a Ernesto hacia el Policlínico de Atalaya.
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En el centro asistencial, intentaron salvar la vida del hombre, que había quedado en un grave estado y a raíz de las heridas, terminó perdiendo la vida poco después de este ataque en su contra.
En el lugar de los hechos, ubicado en la avenida 19, entre calles 4A y 4B del barrio Cúcuta 75, llegaron unidades de la Policía y la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho), para adelantar la investigación.
Muchas pistas
Detrás de este crimen quedaron varias pistas para que las autoridades puedan esclarecer los hechos. Los uniformados acordonaron la zona ante los ojos de los vecinos, que se lamentaron al enterarse de su fallecimiento.
Aquellos que presenciaron la escena fueron entrevistados por las autoridades y manifestaron conocer de quién se trata el homicida, con esta información se establecieron ciertas características, que serán claves para seguirle el paso.
Otro punto a tener en cuenta es la presencia de cámaras de seguridad en el sector, según fuentes judiciales, hay una buena red de esta tecnología que serán claves para la reconstrucción total de los últimos momentos de Jaramillo.
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Además, según manifestaron, el vehículo abandonado en la escena le pertenecería al autor material de este crimen, lo que también facilitará su identificación.
Los móviles de este hecho de sangre aún son materia de investigación.
Ernesto
La comunidad se mostró contrariada ante este suceso, pues declararon que no era un hombre problemático, y era, de hecho, un miembro bastante apreciado del sector. Especialmente reconocido por vivir frente al lugar donde se dieron los hechos, en una casa blanca, en la que vendía gaseosas y cervezas para hacer el sustento diario.
Era común verlo en el que sería su último destino, pues los vecinos lo identificaban como el que se la pasaba sentado junto a la malla que cubre el escenario deportivo, a la cual iba cada tarde a escuchar música y tomarse algunas bebidas.
Se conoció que llevaban 25 años viviendo en esa zona y recientemente estaría buscando un lugar para mudarse. Además, era común verlo en escenarios deportivos practicando su gran pasión, el fútbol, bajo el cual competía en torneos locales, junto a vecinos y familiares.
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