En la medida que se han incrementado los cultivos de coca (9,8% anual en 2023), en Colombia, también ha crecido el volumen del efectivo (9,8% anual en los últimos cuatro años), situación que sugiere una relación entre el aumento de los cultivos y la demanda de dinero en efectivo.
Esa observación se dejó sentada en el informe del Centro de Estudios Económicos de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF), el cual reflejó que el crecimiento del área cultivada de coca parece estar relacionado con un alza en la participación del efectivo, dada su necesidad de operar fuera del radar del sistema financiero formal.
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Para aproximarse a esta relación, los investigadores compararon la evolución del área del cultivo de uso ilícito con el comportamiento del efectivo circulante ajustado.
ANIF explicó que el indicador que facilita evidenciar esa correlación es la participación del efectivo sobre el agregado monetario M1, es decir, la plata que se puede utilizar de forma rápida y fácil para transacciones, más las cuentas de ahorro.
Los datos analizados son del Banco de la República y el Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (SIMCI) de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc, por su sigla en inglés), entre 2000-2023. Según ANIF, esto ilustra los efectos de las estrategias de erradicación y las fases de expansión y reconversión productiva.
“A lo largo del periodo analizado se evidencia que los incrementos en la extensión de cultivos de coca tienden a coincidir con una mayor participación del efectivo dentro del agregado monetario construido. Esto podría estar relacionado con un aumento en la circulación de dinero en efectivo asociado a actividades económicas que se desarrollan al margen del sistema formal”, se señaló en el estudio.
ANIF precisó que, si bien la informalidad suele vincularse con una mayor utilización de dinero en efectivo, los datos muestran que su comportamiento no explica por sí solo el incremento sostenido de la plata circulante en la economía colombiana.
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Detalló que la tasa de informalidad laboral a nivel nacional se ha mantenido relativamente estable en la historia, con ligeras variaciones cíclicas, pero sin cambios estructurales significativos, lo cual sugiere que el componente informal ha sido constante a lo largo del tiempo, lo que limita su capacidad para justificar el crecimiento observado en la proporción del efectivo.
“En ese sentido, es plausible que una parte de dicho aumento responda a otros factores, entre ellos, el dinamismo de economías ilegales como el narcotráfico y la expansión de los cultivos ilícitos”, apunto ANIF.

Consecuencias negativas
Para el docente investigador de la Uniagustiniana, Carlos David Martínez Ramírez, a primera vista, podría parecer que un aumento en el dinero circulante está relacionado con una mayor productividad, un mejor recaudo fiscal y mayores oportunidades para la redistribución de la riqueza.
Martínez expresó que, sin embargo, la economía enseña que un exceso de dinero en circulación, sin considerar su origen, puede desencadenar procesos inflacionarios que complican aún más el panorama económico.
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“No es lo mismo una utilidad generada por rendimientos financieros legales que un crecimiento económico sustentado en aumentos reales de productividad, mejores salarios y un poder adquisitivo creciente. Mucho menos cuando se introduce la variable de si dicho dinero proviene de actividades económicas lícitas o ilícitas”, añadió a La Opinión.
El investigador sostuvo que el flujo de recursos provenientes de operaciones ilegales, más allá de contribuir a la inflación y generar una falsa percepción de bonanza, puede provocar distorsiones profundas en las economías locales.
Añadió que estas prácticas, especialmente las vinculadas al lavado de activos, crean condiciones de competencia desleal que perjudican a los actores económicos formales.
Carlos Martínez aseguró que las asimetrías que se producen afectan la inversión legítima, erosionan la confianza institucional y desincentivan el emprendimiento productivo.
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“De esta manera, las economías ilícitas no solo comprometen la legalidad y el orden público, sino que también deterioran la economía real al desestabilizar sus fundamentos, socavar la equidad del mercado y debilitar el tejido social sobre el que se sostiene el desarrollo”, concluyó el académico.
El equipo de expertos de ANIF indicó que el aumento sostenido del efectivo en circulación por la expansión de economías ilegales “es apenas un síntoma de las potenciales consecuencias a nivel económico y social”, porque, además, provoca el deterioro de las condiciones de seguridad, afecta sectores como el turismo, fortalece la economía informal y subterránea e incentiva la pérdida de eficiencia en el manejo de la política monetaria y fiscal.
ANIF consideró que, mientras no se logre una contención efectiva de la expansión de cultivos ilícitos ni se recupere el control institucional sobre los territorios afectados, como Norte de Santander, tercero con más hectáreas de coca (43.867), los efectos económicos y sociales derivados de estas actividades persistirán, siendo un desafío estructural en el largo plazo.
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