En el Cementerio Central de Cúcuta, una labor silenciosa y dolorosa avanza con paso firme. La Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD), en articulación con la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y el Instituto Nacional de Medicina Legal, ha recuperado hasta la fecha 607 cuerpos de presuntas víctimas de desaparición forzada.
Un trabajo que se enmarca en una de las tareas más sensibles del Sistema Integral para la Paz: devolver la dignidad a quienes fueron enterrados sin nombre y permitir que sus familias inicien el proceso de duelo con certeza y memoria.
Estas recuperaciones son el resultado de 19 intervenciones forenses realizadas en 40 puntos de interés dentro del camposanto, en lo que se ha denominado la Investigación Humanitaria y Extrajudicial del Cementerio Central de Cúcuta. A la fecha, se han intervenido más de 11.200 cuerpos, muchos de ellos ubicados en osarios colectivos y bolsas deterioradas por el paso del tiempo.
Una cifra dolorosa: 695 personas desaparecidas
Los hallazgos hacen parte de un universo estimado de 695 personas dadas por desaparecidas, según los registros de la UBPD. Estas personas estarían inhumadas en fosas individuales, fosas comunes o estructuras específicas como monumentos, celdas de custodia, columbarios y otras áreas del cementerio.
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Las labores de búsqueda y recuperación se realizan bajo el enfoque humanitario que caracteriza a esta entidad: centrado en el dolor de las familias, en el respeto por la memoria de las víctimas y en la reconstrucción de la verdad.
Según la coordinadora territorial de la UBPD en Norte de Santander, Sonia Rodríguez Torrente, la más reciente intervención, que se reanudó en tres sitios de interés forense, corresponde a la número 17 desde que comenzaron las labores en 2023. La meta para 2025 es completar el ciclo de intervención en los 45 puntos de interés forense establecidos tras la medida cautelar emitida por la JEP en 2021.
La historia de Enrique Quintero: 17 años de espera
Entre los casos más conmovedores está el de Enrique Quintero Contreras, cuya familia —tras 17 años de incertidumbre— pudo finalmente conocer su destino. Nubia Esther Patiarroyo y su hija Nicoll vivieron en la incertidumbre desde 2008, cuando perdieron contacto con Enrique. Por aquel entonces, la pareja trabajaba en un circo. Nubia decidió regresar a Cúcuta con su hija de siete años, mientras Enrique seguía en el circo como malabarista con la esperanza de reunir dinero para reencontrarse con ellas y empezar una nueva vida.
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Pero ese reencuentro nunca llegó. Una tormenta obligó a Nubia y a su familia a desplazarse, y desde entonces no volvieron a saber nada de Enrique. Años de búsqueda entre circos, calles y rostros anónimos no fueron suficientes. Hasta que el pasado 30 de enero de 2025, la UBPD localizó a Nicoll y, a través de ella, a Nubia. Les mostraron una fotografía para confirmar la identidad: Enrique había sido asesinado en Cúcuta en 2010, mientras buscaba a su familia. Su cuerpo fue hallado e identificado gracias a la estrategia de Búsqueda Inversa.