Un bebé, de apenas meses de nacido, iba en los brazos de su madre en una moto conducida por su padre y a pesar de su corta edad vivió una experiencia al borde de la muerte, en un caso que ha conmocionado a la ciudad y sigue siendo materia de investigación.
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La pareja, identificada como Wendy Natalia Jiménez y Joaquín David Becerra, se movilizaban en una Suzuki GN, azul, por la vía principal del barrio María Gracia. Por este mismo sitio pasaba un hombre de piel morena, a bordo de una moto Yamaha XTZ, blanca y negra, su objetivo era claro: un ataque a mano armada.
Por toda la calle 30 de este barrio, el hombre los siguió hasta interceptarlos sobre la manzana KDX 35, allí desenfundó un arma de fuego y apuntó a la pareja, disparó por lo menos en ocho oportunidades, hiriendo a los tripulantes de la moto.
La familia cayó en plena vía pública, sucedido a la luz del día, cuando el reloj se acercaba a las 2 de la tarde del pasado domingo, 6 de julio. El agresor escapó del lugar dejando una escena digna de película de terror.
La sangre abundaba, la moto había caído, Wendy recibió un solo impacto, a la altura de la cabeza, que llenó su rostro y cabello de sangre. En tanto, Joaquín recibió siete disparos en diferentes zonas del cuerpo, principalmente en espalda, hombros y uno en el cuello.
Las víctimas quedaron tendidas sobre el asfalto, el cual estaba ya manchado de rojo, los curiosos empezaron a acercarse y se echaban las manos a la cabeza, pensando lo peor, al ver a la mujer ensangrentada, inmóvil, agarrando a su bebé fuertemente entre sus brazos.
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Quizá por un golpe de adrenalina o por instinto de supervivencia, Joaquín se levantó a pesar de las heridas, ante la mirada atónita de los testigos, que se echaban las manos a la cabeza, con su camiseta empapada en sangre y llena de agujeros de bala gritaba: “¡ayúdenme a alzarla, es mi mujer y tenemos un hijo!”.
Ante el pedido de auxilio, un par de vecinos se acercaron, a pesar de tener el lado derecho de la cara repleto de sangre, Wendy aún tenía vida, un par de vecinos trataron de sentarla, mientras otros levantaban la moto, y Joaquín sacaba su teléfono.
El bebé, que había resultado inmerso en la atemorizante situación, resultó ileso, ningún proyectil lo alcanzó y, según testigos, no resultó con heridas más allá de la caída.
Pronto la comunidad consiguió detener un taxi, subieron a los heridos y pusieron rumbo a la Unidad Básica Loma de Bolívar. Posteriormente fueron remitidos a otro centro asistencial especializado, donde continúan su recuperación bajo pronóstico reservado.
En tanto, el bebé fue tomado inicialmente por las autoridades y luego entregado a los familiares de las víctimas.
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Al lugar llegaron patrullas de la Policía Metropolitana de Cúcuta que recopilaron las características del agresor y adelantaron un Plan Candado para tratar de dar con su captura, aunque hasta el momento no se ha logrado, allí también revisaron las cámaras de seguridad, las que habrían grabado los hechos y serán claves para la reconstrucción de lo sucedido.
En el centro médico fueron entrevistadas las víctimas, especialmente Joaquín, quien estuvo consciente durante los hechos.
Los móviles aún son materia de investigación por parte de las autoridades. Un factor a destacar es la injerencia delictiva del grupo delincuencial Familia P en este sector, aunque su relación con el caso sigue en determinación.
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