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El problema de acceso a la tierra y el vínculo que tiene este con la pobreza rural es el tema central del trabajo realizado por Margarita
Gáfaro, Ana Maria Ibáñez y David Zarruck de la Universidad de los Andes para el Departamento Nacional de Planeación (”Equidad y Eficiencia Rural en Colombia: Una discusión de Políticas para el Acceso a la Tierra y el Desarrollo Rural”).
En este documento se lleva a cabo un análisis serio de las opciones de política pública disponibles para enfrentarlo.
La pobreza rural en Colombia es mucho más elevada que la urbana y más aguda. Uno de cada dos habitantes del sector rural es pobre y el acceso a servicios públicos, educación de buena calidad, salud y seguridad social es menor en el campo que en los centros urbanos, lo cual hace más crítica la situación de pobreza rural.
Aunque la pobreza rural no depende exclusivamente de la propiedad o de la tenencia de tierra, y mejorar el acceso a ella no es la única solución para la pobreza, si existe una relación positiva entre la tenencia o el uso de la tierra y el bienestar (por la vía de un mayor ingreso y mayor capacidad de consumo). Esto justifica la adopción de políticas encaminadas a ampliar la oferta de tierra al alcance de la población rural pobre y a organizar mecanismos de asistencia técnica y apoyo comercial, técnico y financiero a los nuevos tenedores de tierra. Esto no sustituye ni excluye los demás esfuerzos que debe hacer el estado para combatir la pobreza en el área rural especialmente para mejorar en forma radical la calidad de la educación y de los demás servicios básicos, y aumentar su cobertura.
Los investigadores presentan en este documento un dilema de política que tiene muchísima relevancia para la política actual y que siempre ha estado presente cuando se discute la distribución de la tierra y la posibilidad de facilitar el acceso de los campesinos a ella: Se preguntan si no se sacrifica eficiencia para ganar una mayor equidad, y analizan qué puede suceder si se distribuye mejor la tierra y aumenta la participación de fincas de menor escala en la producción agropecuaria. En cierta medida esta discusión es inoficiosa si se tiene en cuenta que la producción campesina contribuye con el 50 por ciento de la producción agropecuaria, que la mayoría (89%) de los predios son menores de 20 hectáreas, y que estos ocupan solamente el 18 por ciento del área en producción. Es difícil entonces hacer el argumento de que los predios de menor tamaño son menos productivos.
Más bien se podría plantear a partir de esta información que la elevadísima concentración de la tierra en Colombia (coeficientes de Gini mayores a 0.8) es ineficiente además de ser injusta y que amerita una intervención del estado para alcanzar una mejor distribución. Hay demasiada tierra mal utilizada (en ganadería en grandes extensiones, por ejemplo) que sería más productiva en agricultura. El 7 por ciento del área explotable que no se utiliza y es improductiva, podría generar riqueza y mayor bienestar en otras manos.
Si se distribuye mejor la tierra no solamente se afecta la producción agropecuaria sino que también se afecta el entorno y la armonía social. Esto contribuye al bienestar y al desarrollo humano y podría tener un efecto positivo significativo en el producto nacional y sobre el ritmo de crecimiento. Una mejor distribución de la tenencia de la tierra puede contribuir a la creación de una clase media rural, como señaló Absalón
Machado, y es un paliativo contra la violencia y la desesperanza.
Gáfaro, Ana Maria Ibáñez y David Zarruck de la Universidad de los Andes para el Departamento Nacional de Planeación (”Equidad y Eficiencia Rural en Colombia: Una discusión de Políticas para el Acceso a la Tierra y el Desarrollo Rural”).
En este documento se lleva a cabo un análisis serio de las opciones de política pública disponibles para enfrentarlo.
La pobreza rural en Colombia es mucho más elevada que la urbana y más aguda. Uno de cada dos habitantes del sector rural es pobre y el acceso a servicios públicos, educación de buena calidad, salud y seguridad social es menor en el campo que en los centros urbanos, lo cual hace más crítica la situación de pobreza rural.
Aunque la pobreza rural no depende exclusivamente de la propiedad o de la tenencia de tierra, y mejorar el acceso a ella no es la única solución para la pobreza, si existe una relación positiva entre la tenencia o el uso de la tierra y el bienestar (por la vía de un mayor ingreso y mayor capacidad de consumo). Esto justifica la adopción de políticas encaminadas a ampliar la oferta de tierra al alcance de la población rural pobre y a organizar mecanismos de asistencia técnica y apoyo comercial, técnico y financiero a los nuevos tenedores de tierra. Esto no sustituye ni excluye los demás esfuerzos que debe hacer el estado para combatir la pobreza en el área rural especialmente para mejorar en forma radical la calidad de la educación y de los demás servicios básicos, y aumentar su cobertura.
Los investigadores presentan en este documento un dilema de política que tiene muchísima relevancia para la política actual y que siempre ha estado presente cuando se discute la distribución de la tierra y la posibilidad de facilitar el acceso de los campesinos a ella: Se preguntan si no se sacrifica eficiencia para ganar una mayor equidad, y analizan qué puede suceder si se distribuye mejor la tierra y aumenta la participación de fincas de menor escala en la producción agropecuaria. En cierta medida esta discusión es inoficiosa si se tiene en cuenta que la producción campesina contribuye con el 50 por ciento de la producción agropecuaria, que la mayoría (89%) de los predios son menores de 20 hectáreas, y que estos ocupan solamente el 18 por ciento del área en producción. Es difícil entonces hacer el argumento de que los predios de menor tamaño son menos productivos.
Más bien se podría plantear a partir de esta información que la elevadísima concentración de la tierra en Colombia (coeficientes de Gini mayores a 0.8) es ineficiente además de ser injusta y que amerita una intervención del estado para alcanzar una mejor distribución. Hay demasiada tierra mal utilizada (en ganadería en grandes extensiones, por ejemplo) que sería más productiva en agricultura. El 7 por ciento del área explotable que no se utiliza y es improductiva, podría generar riqueza y mayor bienestar en otras manos.
Si se distribuye mejor la tierra no solamente se afecta la producción agropecuaria sino que también se afecta el entorno y la armonía social. Esto contribuye al bienestar y al desarrollo humano y podría tener un efecto positivo significativo en el producto nacional y sobre el ritmo de crecimiento. Una mejor distribución de la tenencia de la tierra puede contribuir a la creación de una clase media rural, como señaló Absalón
Machado, y es un paliativo contra la violencia y la desesperanza.