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La vida de un enfermero de guerra
Héctor Andrés Gutiérrez Castellanos, de 22 años, hace parte de la Fuerza Tarea Vulcano del Ejército.
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Andrés Julián González
Andrés Julián González Pardo
Martes, 25 de Marzo de 2014

Héctor Andrés Gutiérrez Castellanos, de 22 años, es uno de los 45 soldados enfermeros de combate que hacen parte de la Fuerza Tarea Vulcano del Ejército, en Norte de Santander.

Hace cuatro años, Gutiérrez se unió a las fuerzas militares, y desde hace dos es enfermero de pelotón de combate.

Este joven, a pesar de su corta edad, mantiene viva la esperanza de que esta guerra se acabe y no siga viendo tantos compañeros heridos como en muchas ocasiones ha tenido que salvar desde los sitios de combate con la guerrilla.

Hoy, Gutiérrez partirá hacia una zona de alto riesgo en el Catatumbo, con el pelotón. Allí permanecerán  durante cuatro meses en una de las misiones militares.

Sin embargo, este joven soldado, asegura que siempre busca ganarse el amor y el respeto de la gente, mientras que los enemigos se ganan repudio y odio.

“¿En qué pensarán cuando siembran una mina antipersonal?”, se pregunta Gutiérrez.

Afirma que lo más doloroso que ha vivido durante los dos años prestando los primeros auxilios a soldados, población civil y hasta sus mismos enemigos, es ver a alguien con la pierna mutilada luego de caer en una mina.

“Atendí a un civil que cayó en un campo minado; eso es trágico...”, dijo.

La vocación de querer ayudar a la gente es algo que siempre ha corrido por sus venas, por eso, asegura que los militares no son unas máquinas, sino seres humanos, con sentimientos y familias, que siempre recuerdan cuando están apartados, defendiendo al país y entregando toda su valentía en las montañas de Colombia.

Gutiérrez carga todos los días entre su equipo militar, su fusil, y su ‘pequeña farmacia’, aproximadamente 60 kilos.

Su felicidad siempre será poder salvarle la vida a cualquier persona, así sea su mismo enemigo.

“Somos humanos y ellos cometen errores, pero mi misión es salvar vidas”, afirmó.

También dijo que siente su corazón arrugado cuando uno de sus compañeros heridos le suplica que no lo deje morir; al momento que recordó cuando uno de ellos le decía que en casa lo esperaba su hija, que no lo dejara morir.

“Cuando estamos a punto de perder la vida, deseamos un minuto más; ahí es donde valoramos todo”, dijo.

Gutiérrez aseguró que al momento de atender a un herido, primero debe garantizar su seguridad y luego, revisa las heridas, para proceder a controlar las hemorragias, porque es lo más importante para salvar a sus compañeros.

El tiene a su cargo a 15 soldados, más todas las personas que estén a su alrededor.

El cabo Pauner Neira, instructor del Cuerpo de Enfermeros del Ejército, aseguró que a través de las experiencias y antecedentes de los soldados, se trabaja con imágenes y en una intensidad de 30 horas, en conjunto con una profesora del Servicio Nacional de Aprendizaje, Sena, se entrenan a los soldados.

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