En aras de mitigar la extrema pobreza, la desnutrición entre la población infantil y la crisis alimentaria de los últimos años, la Fundación Red de Mujeres del Catatumbo emprendió una campaña de aprovechamiento de los productos perecederos para que no vayan a la caneca de la basura.
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Son 105 lideresas de Norte de Santander, comandadas por Alba Luz Trigos Gómez, nominada como Mujer Cafam, quienes recolectan frutas y verduras en avanzado estado de maduración en las plazas de mercado para distribuirlas a la población en condiciones de vulnerabilidad.
“La falta de comercialización de la hoja de coca genera una crisis en el Catatumbo donde la gente está atravesando por una difícil situación. En tal sentido, se trabaja con el programa Hambre Cero, de la presidencia de la República”, señaló.
“Yo no desperdicio, yo reciclo”: es el lema básico. Para tal fin, estas mujeres adelantan una campaña en las plazas de mercado y almacenes de cadena para recolectar aquellos productos de la canasta familiar con una acelerada descomposición con el fin de procesarlos y regalarlos a instituciones de beneficencia. Suscriben alianzas con supermercados, centros de acopio y depósitos donde se distribuyen las frutas y verduras para canalizar esos productos evitando el desperdicio.
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“Ese programa de reciclaje de los alimentos perecederos mitiga el hambre de mucha gente en condiciones de vulnerabilidad”, agregó Trigos Gómez, directora de la Fundación.
No flaquean ante la adversidad
Las lideresas trabajan por la reivindicación de los derechos de las mujeres víctimas del conflicto armado mediante la ejecución de proyectos productivos.
La red con 105 lideresas agrupa a unas 600 mujeres y gozan del reconocimiento a nivel nacional. Participan en los distintos foros para el posicionamiento y empoderamiento de las actividades productoras entre las madres cabeza de hogar. Además, se han dado a la tarea de traer a las mujeres Cafam de Córdoba, Cesar y Guajira para que inspiren a las víctimas de la violencia.
Trigos Gómez indicó que en las capacitaciones reciben las orientaciones de las gestoras de paz, como la Mujer Cafam de Córdoba, Ruth Cruz Villarraga, quien impulsa la iniciativa: ‘Yo no desperdicio’.
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Yarime Lobo Baute, arquitecta y pintora, mujer Cafam Cesar, le ha apostado desde la cultura y el arte a generar mejoría transformadora y una gobernadora del pueblo Yanacona del Valle del Cauca, Adriana Anacona Ibagué, quienes cuentan desde sus experiencias cómo las mujeres aportan a la transformación y por ende a la paz.
Un gesto de buena voluntad
‘Yo no desperdicio’ comenzó en la ciudad de Montería, Córdoba, para prevenir el desperdicio en las bodegas distribuidoras de alimentos de las plazas. “Actualmente recolectamos de las grandes cadenas alimenticias de empresas privadas, depósitos y cultivos”, agregó Cruz Villarraga.
En un día a día, Cruz Villarraga se levanta a las tres de la madrugada con su equipo voluntario, se acercan a las empresas, industrias nacionales y recogen los productos cerca a la fecha de vencimiento. Las frutas, verduras y legumbres corresponden a un 70 por ciento de los desperdicios.
Esa tarea dura hasta el mediodía con los artículos seleccionados, organizados, empacados en bolsas, siguiendo los lineamientos higiénicos para garantizar el consumo humano y posteriormente entregados a las familias más vulnerables.
En su mayoría son cabeza de hogar, menores de edad embarazadas, revictimizadas por la sociedad.
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“También las ayudamos en la educación mediante convenios con centros de estudios, donde le damos la posibilidad de empoderarse, de validar su bachillerato y realizar carreras técnicas”, dijo.
Otros usos para no perder nada
Aquellos alimentos no aptos, debido al grado de descomposición, los transforman en abono orgánico y con las mismas semillas hacen producción limpia en los viveros de árboles frutales para reforestar solares, parques, avenidas y riberas de los ríos.
“Apostamos a trabajar con los niños, mujeres y jóvenes un tema importante para mejorar la calidad de vida, emociones, lazos de reconciliación, amistad y perdón para lograr una armonía continua. Esto nos ha conllevado a grandes escenarios con reconocimientos a nivel nacional e internacional, ya que muchos jóvenes de México, Brasil, China, Canadá Argentina y Venezuela llegan a Montería para intercambiar conocimientos”, exclama Cruz.
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Sin el apoyo oficial ejecutan un programa que ha impactado a más de 100 mil familias, con alimentos en los sectores más vulnerables donde, casi siempre llegan primero que el Estado a cubrir las necesidades más sentidas de la población.
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