La espiral de violencia como consecuencia de la disputa territorial de los grupos al margen de la ley y la falta de políticas agropecuarias claras por parte del Estado están ocasionando el desplazamiento de la mano de obra joven de los campos hacia las grandes ciudades del país.
Apoya a La Opinión haciendo clic aquí: http://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion
En las fincas del Catatumbo sobrevive una población adulta mayor con los cultivos tradicionales ya que los hijos, nietos y sobrinos han salido desplazados debido a la confrontación armada.
Muchos de los moradores de la región sufren el desplazamiento forzado y conforman los cordones de miseria de las capitales, desarrollando actividades informales como el mototaxismo o transporte informal tan acentuado en el municipio de Ocaña.
“Un joven adquiere una motocicleta, recorre las calles y se echa al bolsillo entre 30 a 50 mil pesos diarios para superar la crisis vivida en el sector campesino. Ya no regresa a cultivar la tierra”, afirmó Ángel Eduardo Sánchez Bacca, quien adelanta una investigación sobre el particular. El dirigente y defensor de Derechos Humanos Luis Emil Sanabria Durán manifestó que el fenómeno es preocupante por el grado de abandono y sin posibilidad de desarrollo en todos los aspectos como salud, educación, producción agropecuaria, comercialización, ciencia y tecnología.
Lea además: El Catatumbo “no es solo coca”, inauguran Festival Agropecuario
“Se requiere algo justo para los jóvenes que rompen con las tradiciones culturales y se dedican a los cultivos ilícitos o actividades informales porque no encontraron otra opción. La soberanía alimentaria está en peligro por el despojo de tierra donde los violentos han convertido al campo en escenario de guerra”, recalcó. Al igual que los líderes campesinos coincide en reclamar el cumplimiento de los acuerdos de paz donde se plantea una Reforma Agraria Integral para mejorar las condiciones de vida de los campesinos de la región.
La lectura del fenómeno
El director del Consultorio Socioambiental y Agropecuario de la universidad Francisco de Paula Santander, Seccional Ocaña, ingeniero agrónomo José Manuel Alba Maldonado hizo un análisis sobre el nivel de subsistencia de los campesinos de la región en medio del conflicto social de los últimos años. “Estamos trabajando en una lectura real de la situación del Catatumbo con el flujo de capital debido a los cultivos de uso ilícito. En medio de ese contexto a muchos jóvenes no les interesa estudiar, no tienen un proyecto de vida definido y únicamente les llama la atención raspar coca para mejorar las condiciones de vida de su familia”, manifestó el magíster.
Explica que mientras un adolescente emprende una carrera de 5 años en la universidad para convertirse en un profesional, el vecino consigue en ese lapso un medio de transporte, propiedades y disfruta de los programas de recreación.
Asegura que se dan dos fenómenos particulares, uno de los muchachos ilusionados con buscar un estilo de vida diferente al de sus padres y abuelos en detrimento de las buenas prácticas agrícolas.
La otra variable es el abandono por parte del Estado del sector rural con una brecha difícil de superar en materia de educación, salud, tecnología y vías de penetración lo que ocasiona un fenómeno migratorio.
Debido a los altos costos de los insumos, la carencia de los seguros de cosecha, la falta de lazos de comercialización a precios justos el labriego se desanima y busca otras opciones de vida, asegura el especialista.
“En las zonas cocaleras se registra un altísimo flujo de capital y los jóvenes son atraídos ya que pueden comprar una motocicleta, jugar billar y consumir alcohol. Únicamente la gente adulta mayor se queda en las regiones de los cultivos tradicionales y eso hace que envejezca el campo”, reiteró.
La dinámica del Catatumbo mueve esos dos universos. Una economía ilegal y los cultivos tradicionales subyugados a las variables del mercado entonces los campesinos viven una ruleta rusa, entre perder y ganar.
Lea además: Líderes sociales del Catatumbo solicitan cumplimiento de los acuerdos de paz
“Es triste observar a ese anciano que se quedó en las parcelas implorando las ayudas del gobierno, sacando las cosechas a palo de sol y agua, poniendo el pecho a la brisa, pero cuando llega al mercado los intermediarios se queda con todas las ganancias fruto del sudor de su frente”, reiteró.
Una voz en el desierto
Los estudiantes de la facultad de Artes y Humanidades de la universidad Francisco de Paula Santander, seccional Ocaña, Ángel Eduardo Sánchez Bacca e Indira Álvarez Lobo adelantan una investigación para determinar los factores que inciden en el desplazamiento del campo hacia las ciudades.
En el documental periodístico analizaron las condiciones actuales del campo, por la migración de los jóvenes campesinos hacia la zona urbana en el alto Catatumbo.
“Las condiciones socioeconómicas actuales del sector rural a nivel global, nacional y local no son las mejores. Los altos niveles de desigualdad que se viven en la ruralidad hacen que muchos campesinos en su mayoría jóvenes migren hacia centros urbanos en busca de una mejor calidad de vida. En la mayoría de los casos muchos terminan viviendo en zonas periféricas de ciudades o pueblos y, adicionalmente, en trabajos informales”, señalan en el planteamiento del problema.
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, en el mundo tres de cuatro personas en situación de pobreza y que sufren de hambre viven en zonas rurales. Divulgación que deja ver la amplitud de la pobreza rural, ocasionada por factores como: desempleo, limitados servicios públicos y conflictos armados por tenencia de tierras y recursos naturales, indican en la investigación.
A las anteriores circunstancias hay que añadirle los efectos adversos del cambio climático, que agudizan fenómenos preocupantes como el agotamiento de los recursos naturales. Provocando así, la deforestación, la erosión, el bajo rendimiento de las cosechas y la poca fertilidad de los suelos, agregan.
Lea además: Piscicultura, una alternativa para los campesinos de la provincia
Pero la migración de campesinos hacia lo urbano tiene unos antecedentes históricos que incluso han servido para hacer películas y escribir novelas literarias. Una de estas obras literarias conocida a nivel mundial es (Las uvas de la ira), del Nobel de literatura estadounidense, John Steinbeck. Una historia que relata la diáspora de campesinos desde la zona rural de Oklahoma hacia centros urbanos en Estados Unidos, los cuales salieron de sus granjas por temas de sequía y la situación socioeconómica que atravesaba el país norte americano en los años de 1936 en plena depresión económica.
Retomando con los antecedentes migración rural-urbana se tiene que remitir a hechos más recientes en la región de Centroamérica, donde según datos de FAO y El Banco Mundial el aumento poblacional de las ciudades centroamericanas ha crecido un 3.8 % en las últimas dos décadas. Y se tiene previsiones que para el año 2050 esta cifra se duplique a causa de la llegada de jóvenes rurales en búsqueda de mejores oportunidades económicas.
Un caso particular es México, donde una variable muestra que en sus aéreas rurales por consecuencia de la migración de jóvenes la tasa de fecundidad ha alterado entre los grupos poblacionales, ejemplo: mientras en el 2005 había 21 adultos mayores de 60 años por cada 100 niños, se prevé por parte de El Banco Mundial que para el año 2051 habrá 167 adultos mayores por cada 100 niños. Lo que llevaría a una asacases en la mano de obra para las labores agropecuarias.
Cabe resaltar que la migración rural según datos de la FAO se da con mayor frecuencia por parte del género masculino, lo cual ha conllevado a la feminización de la agricultura.
En el contexto colombiano la migración rural-urbana ha sido abordada desde una sola premisa. La migración involuntaria o forzada. La violencia armada que se da en las zonas rurales ha producido por más de 100 años flujos migratorios hacia centros urbanos.
Diferentes autores a través de trabajos literarios han documentado o relatado este flagelo que atenta contra los derechos del campesinado colombiano.
Lea además: La salud, el dolor de cabeza de los alcaldes del Catatumbo
‘A lomo de mula’, de Alfredo Molano Vega, relata esta difícil realidad, la lucha por la tenencia de la tierra y los conflictos que acarrean vivir en la ruralidad, asimismo un escritor famoso por sus libros sobre la ruralidad es, Eduardo Caballero Calderón, entre sus obras se destaca. ‘El siervo sin tierra’ (1954) ‘Caín’ (1968). Libros que narran la historia de un país que sigue con las mismas problemáticas.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en http://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion