Caminar por el barrio Comuneros para preguntarle a la gente cómo se construyeron las primeras viviendas y calles, es un viaje al pasado, en el que se puede concluir que los habitantes de ese sector de la Comuna 7 de Cúcuta recuerdan su inicio como una invasión.
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Las primeras personas que llegaron a este lugar venían de Salazar de las Palmas y Arboledas. Se establecieron en estos terrenos que estaban cerca de una laguna. La necesidad de tener una vivienda los obligó a invadir la zona para formar su comunidad.
“La laguna estaba en el barrio, hasta la gente pescaba allí, pero con el paso de los años se fue secando”, contó Agustín García Omaña, uno de los habitantes más antiguos de Comuneros.
Ese sector ha sido una de los sectores de la ciudadela de Juan Atalaya que por la organización de su gente, lograron rápidamente la personería jurídica, con la que se declararon como un barrio más de la capital nortesantandereana.
El barrio fue fundado hace 68 años, pero una década después, la Alcaldía de Cúcuta le otorgó la anhelada personería jurídica. “Ha sido un orgullo vivir casi toda mi vida en Comuneros y estar ahí en los procesos más difíciles”, añadió García.
Los servicios públicos
Vivir durante los primeros años de formación de Comuneros fue un tanto difícil, pues no contaban con agua potable ni electricidad, a la gente le tocaba alumbrar con lámparas de kerosene, además de cuidarse de las culebras y otros animales de monte.
El suministro de agua potable era en canecas que llenaban con el líquido vital y lo traían de otros barrios. “Comprábamos los recipientes a 30 centavos, luego pusieron tuberías de agua en la calle principal (la cero), pero la gente se peleaba por llenar los potes”, señaló Agustín García.
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Meses después, pusieron las tuberías en cada una de las calles de este barrio, por lo que las personas diariamente podían recolectar el agua para lavar platos, ropa, hacer aseo, bañarse o el consumo.
La energía era un lujo para la gente de aquel entonces, que se perdieron uno de los sucesos más importantes del siglo XX, por la falta de televisores: la llegada del hombre a la luna, el 16 de julio de 1969.
Las personas solo necesitaban una luz para desplazarse por las noches o alumbrar dentro de las humildes viviendas de tablas y techos de zinc. “No había electrodomésticos en ese tiempo, el piso era de tierra, pero la gente vivía con tranquilidad”, indicó García Omaña.
El progreso llegó a este barrio años después con la pavimentación de varias vías, que le dieron una mejor cara a Comuneros, además de las luminarias, acueducto, alcantarillado y electricidad en las viviendas.
Educación, seguridad y prevención
Poco a poco la ‘locomotora del progreso’ siguió avanzando en ese sector, donde la educación, la seguridad y la prevención han sido tres pilares. Ejemplo de ello son las sedes del Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena), el Centro Tecnológico de Cúcuta, el Colegio San Bartolome, así como el comando del Segundo Distrito de la Policía Metropolitana de Cúcuta y la estación de Bomberos de Atalaya.
“En el Sena se han graduado varias personas, al igual que en el Centro Tecnológico. Yo tengo un familiar que estudió inglés en la última institución y ahorita está en Estados Unidos. Es bonito que las personas del barrio y otras zonas de Atalaya se eduquen gratis allí”, dijo Paola Daza, lideresa barrial de Comuneros.
La representante de la comunidad confesó que en el barrio la inseguridad ha disminuido, luego de años en los que a su padre: Jesús María Daza Rolón, antiguo presidente de Junta de Acción Comunal (JAC), le tocara salir a patrullar en las noches, junto con las autoridades.
Para ella, las acciones que adelantaban las autoridades en la zona durante mucho tiempo propiciaron a que los atracos, homicidios y demás delitos disminuyeran. En otras palabras, en Comuneros gozan de una tranquilidad que nunca habrían sentido.
“Ahorita se siente uno bien porque la Policía patrulla las cuadras, antes era difícil la situación. Hasta salir de noche era un problema o recibir visitas”, manifestó un vecino de ese sector.
‘El parque más lindo de Atalaya’
La Opinión recorrió las calles de Comuneros para escuchar a las personas hablar de su barrio, todos coincidieron en decir que un punto emblemático de hoy existe allá, es el parque de la Virgen, ubicado en la calle 0 con avenida 4.
Precisamente Agustín García Omaña se ha encargado voluntariamente de mantener este espacio recreativo bien cuidado y atractivo para los niños que van a jugar en los columpios, balancín, entre otros juegos.
Este parque fue renovado con nuevos juegos, hace aproximadamente tres años por la Gobernación de Norte de Santander de aquel entonces, buscó que ese espacio siguiera siendo un punto de diversión de los menores.
La lucha de Agustín es para que las familias vayan a jugar y no los consumidores de droga. La devoción de la comunidad se ve reflejada cada misa de domingo en la Iglesia Señor de Los Milagros. El templo también tiene su historia. Inició como una pequeña capilla y luego se transformó en una iglesia con mejores condiciones.
Las calles están mal
Pese a que el barrio ha avanzado a lo largo de los años, sigue teniendo su ‘mala cara’ en el estado de las vías. Y es que es normal encontrarse con huecos en el manto asfáltico de algunas cuadras.
La comunidad ha protestado en varias oportunidades para que les arreglen las vías, pero tras varias peticiones, nadie les soluciona. Esperan a que la administración municipal actual los recuerde con la ruta del asfalto.
“Hay unas calles a las que les están cambiando las tuberías de acueducto, eran de gres y las reemplazaran por unas de PVC. Pero en materia de reparaciones permanentes en las calles estamos mal”, dijo una vecina.
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