En el Catatumbo los habitantes están desesperanzados por el recrudecimiento del conflicto armado.
Con su llegada al gobierno, el presidente Gustavo Petro había sembrado la ilusión de que la confrontación entre los distintos actores armados que hacen presencia en ese territorio llegaría a su fin, sin embargo, a dos años de su mandato, la situación es crítica nuevamente.
La ‘Paz total’ que prometió el llamado gobierno del cambio ha demostrado ser nada más que una utopía y un pretexto bajo el cual se han arropado los diferentes grupos al margen de la ley para fortalecerse no solo en Norte de Santander, sino en el resto de Colombia.
La Defensoría del Pueblo, a comienzos del presente año, advirtió en un informe que los grupos armados han aumentado su presencia en el territorio.
“Basados en el monitoreo hecho por nuestro Sistema de Alertas Tempranas, evidenciamos un incremento en la presencia e injerencia de grupos armados al margen de la ley y bandas criminales en varias poblaciones del país. Es el caso de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, grupo que en el 2022 tenía presencia en 253 pueblos, sin embargo, hoy delinque en 392 municipios de 24 departamentos”, dijo el entonces defensor del pueblo, Carlos Camargo Assis.
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El Eln pasó de tener presencia en 189 municipios en el 2022 a aumentar su injerencia a 231 localidades. En el caso del Estado Mayor Central y la Segunda Marquetalia, grupos disidentes de las Farc, tenían presencia en 230 poblaciones en el 2022, y al año siguiente pasaron a estar en 299; el primero en 19 departamentos y el segundo en 15, según la Defensoría.
En Norte de Santander, el Eln hace presencia en 24 municipios, pero pueden ser 30 en realidad; el Clan del Golfo en 10, el Estado Mayor de la disidencia de las Farc en 7 y el Epl, también conocido como Los Pelusos, en 4.
Este panorama se refleja en un aumento del reclutamiento infantil, secuestros que van y vienen, atentados y combates permanentes que hacen que el país se sienta, otra vez, como en su época más oscura: la década de los 2000.
Y si bien las mesas de diálogo que instaló el gobierno Petro con distintos grupos armados lograron apaciguar los ánimos temporalmente y los ceses al fuego llevaron la confrontación casi que a cero en regiones como el Catatumbo, la falta de horizonte, pero también de verdadero compromiso y voluntad de paz por parte de actores como el Eln, ha hecho retroceder en lo poco que se había avanzado.
Desde el pasado mes de agosto, cuando la tregua con esta guerrilla llegó a su fin, la escalada armada en esta subregión del país retornó y hoy los atentados contra la infraestructura petrolera, la Fuerza Pública y la sociedad civil son nuevamente el pan de cada día.
El pasado fin de semana, por ejemplo, ocurrió una doble masacre en Ábrego y La Playa de Belén, que acabó con la vida de seis personas, hechos que según las autoridades se trataría de un ajuste de cuentas entre grupos armados.
Así mismo, desde el 28 de agosto, según el reporte de las autoridades, la región ha presenciado más de 10 enfrentamientos entre el Ejército Nacional y el Eln que ha dejado un saldo de 7 soldados y 4 guerrilleros muertos.
Ante el recrudecimiento que está teniendo la violencia y la amenaza que representa la reaparición de grupos delincuenciales que están intentando retomar el control de algunas zonas, como Los Pelusos, La Opinión habló con habitantes de varios municipios del Catatumbo, quienes bajo la condición de permanecer en el anonimato, por miedo a las represalias, decidieron contar cómo es vivir bajo el fuego de la guerra.
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Tibú, una crítica situación
En Tibú los habitantes viven en medio de la zozobra. Lo que parecen ser días normales entre la convivencia con los vecinos, amigos o familiares, esconden en verdad el miedo que realmente están viviendo.
“Uno sale a dar una vuelta y ve a todo el mundo normal, casi todos los días beben, toman o están de fiesta, pero internamente está ocurriendo algo que no es agradable para la población civil o para la comunidad”, contó un tibuyano.
Según su testimonio, los enfrentamientos entre los actores armados son cada vez más preocupantes. “En algunos de los enfrentamientos los civiles han quedado en medio del fuego, también los niños de la escuela, porque cuando los violentos atacan, no les importa que la gente esté ahí”, lamentó.
Dijo que la preocupación ha vuelto a estar presente, porque la situación es crítica, a raíz del rompimiento que tuvieron los diálogos entre el Gobierno Nacional y la guerrilla del Eln.
“Los temas acá han estado delicados. Siempre hay amenazas, extorsiones, secuestros, hay algunos que de pronto no salen a la luz, porque muchas personas no los comunican por temor. Muchos hasta dicen que acá hasta el perro y el gato son guerrilleros”, señaló.
Los niños como carne de cañón
“En Las Mercedes (Sardinata), hubo un enfrentamiento y las profesoras de la escuela, para proteger a los niños, les decían que se tiraran al suelo. Si un grupo disparaba, el otro estaba ahí cerquita de la escuela”, contó otro habitante de esta zona del departamento, para retratar la radiografía a la que se expone la población civil, pero especialmente los más pequeños, en medio del conflicto que no distingue entre quienes hacen parte de él y quienes no tienen nada que ver.
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Esta persona mencionó, además, que, en otra escuela de la región, los niños tuvieron que salir cuando uno de los grupos armados cumplió años.
“Todos los estudiantes de la escuela salieron haciendo el “homenaje” a este grupo armado. Entonces, son situaciones que violan directamente los derechos de los niños”, añadió.
Acuerdo de Paz, ‘puro cemento’
A pesar de que el Acuerdo de Paz suscrito entre el Gobierno y la desaparecida guerrilla de las Farc redujo el conflicto armado y sembró la esperanza de que con el gobierno Petro se lograrían disuadir los tropiezos que dejó el mandato de Iván Duque, otra vez no fue así.
Para muchos habitantes del Catatumbo, por ejemplo, los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) solo “entregan puro cemento”.
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“Actualmente no hay un cumplimiento con el que las personas se sientan satisfechas ante lo que plasmaron en ese documento. Todo está en papel y no lo han hecho efectivo en territorio. Si lo ejecutaran en el territorio para ayudarle a esas personas, yo creo que se alcanza una parte de la ‘Paz total’. Así cesaría la violencia porque la gente estaría ocupada en sus quehaceres”, expresó otro catatumbero.
En eso coincidió con otro habitante de San Calixto, quien le dijo La Opinión que, “los PDET no han dado mucho para las comunidades. Saben dar el cemento y varillas, pero sin aportar a la paz”.
Llamado al Gobierno Nacional
Para los habitantes del Catatumbo, el sentir es general en cuanto a que el Gobierno solo toma decisiones desde la capital, pero es la gente del territorio la que enfrenta las consecuencias de las acciones del gabinete.
“La persona que está aquí en la zona es la que sufre las consecuencias de esta guerra que no tiene nada que ver. El Gobierno Nacional debe sentarse nuevamente con los grupos armados y darle cumplimiento a lo pactado en el 2016”, enfatizó otro habitante afectado por el regreso de la confrontación.
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Así va el proceso de la paz total
La ambiciosa propuesta del presidente Petro, además del Eln, incluye a cerca de ocho grupos armados como: dos disidencias de las Farc, las Autodefensas Gaitanistas o Clan del Golfo, el Frente Comuneros del Sur, las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada de Santa Marta, Los Shottas y Espartanos en Buenaventura.
Sin embargo, todas estas negociaciones tienen algo en común: están estancadas.
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El pasado 18 de septiembre, el Gobierno suspendió los diálogos. La razón para tomar esta decisión fue el ataque que cometió el grupo armado contra una base militar en Puerto Jordán, Arauca. Con la disidencia del Estado Mayor se mantiene el acuerdo del cese bilateral del fuego que vence el 15 de octubre.
Aunque se llegó un acuerdo para extender la tregua, el Gobierno dijo que los avances dependen de las transformaciones territoriales que tenga este grupo armado en las regiones.
La Misión de Verificación de la ONU en Colombia advirtió la semana pasada, en una rueda de prensa, que, tras dos semanas de la suspensión de los diálogos y el cese bilateral del fuego con el Eln, ha habido más muertes que en todo el año.
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