Un papá extraordinario tiente tantas historias que es difícil contar una sola, así que pasaremos por algunas de ellas: un papá extraordinario es el que cuando te vio por primera vez, no dejaba de pensar en lo mucho que te parecías a él pero lo disimulaba diciéndole a mamá que te parecías a ella; es el que se levantó las veces que fueron necesarias para ir a cantarte “Estrellita dónde estás” hasta que te volvieras a dormir y el que te dio besitos en los pies cada vez que te iba a cambiar el pañal; es el que al alzarte sentías que podías tocar las nubes y que cada vez que te miraba fijamente sabías que terminaría en risas y cosquillas.

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Un papá extraordinario es el que aprendió a comer vegetales para que tú los comieras y se aprendió todas las canciones que repetías por horas. Pero también, es ese que sueña con tu futuro y que siempre celebra cada una de tus pequeñas hazañas. Un papá extraordinario es ese que te hizo sentir más fuerte, simulando que le ganabas jugando a las “vencidas”; es el que intentaba regañarte, pero terminaba siempre pidiendo refuerzos de mamá y el que creía que el amor era proporcional a qué tan fuerte te abrazaba.

Un papá extraordinario no te llamaba por tu nombre, sino que tenía diferentes apodos, dependiendo de lo que te quería decir, él fue el que te pidió ayuda para aprender a usar un celular, pero te acompañó mil veces a hacer la misma vuelta y todavía necesitas su ayuda. Pero también, es el que te enseñó que esforzarte vale la pena, que a veces tenemos que desacelerar y hacer las cosas “despacio y con buena letra” y al final, que no importa que tan difícil estén las cosas, él va a estar ahí siempre para ti. Gracias por ser mi papá extraordinario!

Por: Olivia Susana Uribe Yáñez

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