Joe Biden asumirá hoy como el presidente número 46 de Estados Unidos, en Washington, en una jornada histórica que contará con un protocolo estricto y en la que no estará presente el saliente mandatario, Donald Trump, el primer expresidente en rehusarse a asistir a la toma de posesión de su sucesor en un siglo y medio.
En medio de una gran expectativa por lo que representa esta nueva transición de gobierno, tras un agitado periodo cargado de polémica y divisiones, pero también de tensión por los hechos violentos que marcaron los últimos días, Biden jurará en el Capitolio sobre el mediodía, en un escenario montado frente a la vasta explanada del National Mall. Allí estará presente una pequeña multitud, pero sobre todo mucha seguridad.
El nuevo presidente de Estados Unidos, un veterano senador demócrata de 78 años que llegó a ser vicepresidente de Barack Obama, viajó ayer a Washington con su esposa, Jill Biden, desde su ciudad natal, Wilmington, en el estado Delaware.
Anoche, como antesala a su posesión, Biden, junto con la que será su vicepresidenta, Kamala Harris, rindieron un homenaje a los 400.000 fallecidos por la COVID-19 en Estados Unidos.
“A veces es difícil recordar. Pero esa es la forma de sanar. Es importante que hagamos eso como país”, indicó el entrante mandatario en un breve y sombrío discurso delante del estanque de la explanada de Washington, iluminado con velas para recordar a los fallecidos.
Como parte de su llamado a la unidad y fiel a la promesa de “reconciliar” a Estados Unidos, Joe Biden invitó a los líderes del Congreso, republicanos y demócratas, a asistir con él a una misa que se celebrará antes de su ceremonia de investidura.
El líder de los senadores republicanos, Mitch McConnell, quien fue hasta hace poco uno de los aliados más fieles del presidente Donald Trump, aceptó ir a esa misa en la catedral de San Mateo, indicó su oficina.
Una transición compleja
Si bien la llegada de Joe Biden a la Presidencia de Estados Unidos ha traído esperanza a los norteamericanos y los anuncios que se han hecho sobre el giro radical que dará a la política del país, alejada del “Estados Unidos primero” de Trump, genera optimismo, la dura realidad que afronta la nación también mantiene latente la preocupación.
La pandemia está fuera de control, la distribución de vacunas va lenta y la recuperación económica está en la cuerda floja. Y después de la negativa de Trump a aceptar los resultados de las presidenciales de noviembre, una buena parte del país está furiosa.
No muchos presidentes asumieron el cargo con una situación económica como la que hereda Biden, aunque algunos de sus predecesores la tenían peor.
Shirley Anne Warshaw, una profesora de Ciencia Política en el Gettysburg College, dijo también que la polarización política en Estados Unidos supone un desafío completamente distinto tras los cuatro años de presidencia de Donald Trump.
Los primeros días de Biden en la Oficina Oval se pueden complicar todavía más debido al juicio político contra su antecesor, que fue acusado de incitar a la insurrección por la Cámara de Representantes, el 13 de enero.
Sin embargo, el futuro jefe del gabinete, Ron Klain, ya anticipó que Biden comenzará a atacar todas las crisis en sus primeros 10 días en el cargo, para lo cual se ha armado de un equipo de colaboradores no solo experimentado, sino también diverso.