Desconcierto y desconsuelo es lo que se percibe en las calles del barrio Loma de Bolívar, y zonas aledañas, tras la noticia del confuso y violento crimen cometido contra Orlando Durán Merchán, quien era conocido como Burro o Burrito, por las personas que lo conocieron en vida.

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Ayer, 23 de agosto, al mediodía, como era costumbre cada que iniciaba el fin de semana, los habitantes del barrio Loma de Bolívar vieron una escena rutinaria y nada fuera de lo ordinario, dentro de un pool ubicado en la calle 6 con avenida 15, estaba Burrito tomándose algunas cervezas para combatir el calor del día.

En la mañana, estuvo en el establecimiento departiendo con varias personas, una de esas su propio hijo, como tantas veces había hecho, en un momento recibió una llamada telefónica, era de su hermana, quien vive en la zona, ella le pidió que fuera a la casa a almorzar. “Ahora bajo”, dijo Burrito.

Poco después, pasó un vecino por el sitio, Burrito seguía allí, con una sonrisa y los brazos abiertos lo saludó, le ofreció un vaso de cerveza y lo invitó a quedarse un rato ahí, pero el pasante rechazó la invitación, pues debía hacer unas diligencias, “ahora vuelvo”, le dijo.

Sin embargo, ni el vecino ni la hermana de Burrito lo volvieron a ver con vida, lo siguiente que supieron de él fue que un criminal le arrebató la vida de forma sanguinaria y violenta, ahí mismo donde habían sabido de él por última vez.

Y es que cuando el reloj marcaba las 12:45 de la tarde llegó la tragedia, frente al local arribó una moto negra, a bordo iba un hombre, quien se detuvo y desde la calle desenfundó un arma de fuego, apuntó a Burrito, quien estaba en la parte delantera del establecimiento, junto a una mesa de pool.

Fueron cinco las detonaciones que se escucharon, los disparos impactaron al hombre en el torso, la mayoría, pero además uno de ellos alcanzó la cabeza, de inmediato cayó tendido, su camiseta amarilla empezó a teñirse de rojo, mientras el victimario escapaba del sitio.

Algunas de las otras personas que estaban en el local corrieron al interior para ponerse a salvo, otras se agacharon, pero el hijo de Burrito se arrodilló junto al cuerpo de su padre, quien quedó tendido bocabajo, con la esperanza de que siguiera aferrado la vida, movió el cuerpo, pero lo que recibió fueron chorros de sangre que empezaron a derramarse por los orificios que habían dejado las heridas.

Impresionado y devastado volvió a dejar el cuerpo en su posición y lo consumió el llanto, pronto otros vecinos y allegados se acercaron, pero no había nada más que hacer, que dar aviso a las autoridades, que llegaron para atender la situación e iniciar la investigación.

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Un crimen sin explicación

“Esto tiene que ser una equivocación, él no se metía con nadie”, era lo que se escuchaba entre los curiosos que se acercaron a ver, pues según explicaron, Burrito se caracterizaba por ser alguien muy alegre y humilde.

Su rostro era habitual en este tipo de establecimientos, porque disfrutaba de tomar cerveza, jugar pool y bailar, de acuerdo a quienes lo conocía, y a quienes ahora solo les quedará el recuerdo de su persona por fotos y videos.

La escena del levantamiento del cadáver fue digna representación de quien fue Burrito en vida, al momento de que su cuerpo fue puesto dentro de una bolsa y cargado en una camilla hacia el carro de la Policía Criminal, uno de sus allegados tomó una de las manillas para cargar el cuerpo.

Una vez cerrada la puerta del carro, entre lágrimas, los testigos vieron como sus familiares, destrozados por la noticia, lloraban y lamentaban la pérdida con gritos de desconsuelo, propio de quienes no entienden que pudo desencadenar el hecho.

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