Una escena que parecía inverosímil para los asiduos del centro de la ciudad se convirtió en realidad. La droguería Venezuela Plus amaneció cerrada ayer, tras el asesinato de su propietario, Rodolfo Márquez Rodríguez.
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El hombre era una de las caras más representativas del sector, pues llevaba varios años atendiendo el establecimiento, que incluso había cambiado de nombre en un par de ocasiones.
Romaro, como se le conocía cariñosamente, se destacaba por su profesionalismo y amabilidad.
“La atención siempre fue muy buena. Fui cliente de él por mucho tiempo porque tenía un trato muy cordial; uno se sentía como hablando con un amigo”, comentó uno de los tantos clientes que frecuentaban su farmacia.
Según relataron sus empleados, también fue un excelente jefe, del que no tenían ninguna queja. Por eso, el ataque que le quitó la vida solo genera una palabra en la mente de sus allegados: extorsión.
Y es que no es un secreto el régimen de terror en el que están sumergidos los comerciantes cucuteños, especialmente en el centro, donde la presencia de grupos criminales ha hecho del cobro de extorsiones una práctica casi cotidiana.
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Así fue el atentado
Al mediodía del pasado viernes, Márquez Rodríguez atendía su farmacia como de costumbre, en el local ubicado sobre la avenida 7, entre calles 4 y 5, cuando llegó un motociclista.
El hombre tenía una misión: asesinar a Romaro. Minutos después de su ingreso al establecimiento, se escucharon cinco detonaciones. No eran las motos con el tubo de escape modificado ni fuegos pirotécnicos: era el sonido de un nuevo ataque a mano armada.
La víctima recibió tres impactos de bala en el torso, que lo dejaron gravemente herido. Pasantes y comerciantes del sector se asomaron, pero no lograron ver rastro de los agresores, quienes huyeron en una dirección desconocida.
Pocos segundos después, varios ciudadanos ingresaron a la droguería y encontraron a Romaro ensangrentado, pero aún con vida. De inmediato, fue trasladado por la comunidad a la Unidad Básica Loma de Bolívar, donde recibió los primeros auxilios.
Sin embargo, su estado era crítico, por lo que fue necesario remitirlo a un centro asistencial de mayor complejidad. A pesar de los esfuerzos del personal médico, falleció horas más tarde. Cerca de las seis de la tarde se confirmó su muerte, sumando un nombre más a la lista de víctimas de la criminalidad en el centro de Cúcuta.
La Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho) hizo presencia en el lugar para iniciar las investigaciones y recopilar material probatorio que permita identificar a los responsables. Las cámaras de seguridad del sector serán clave para reconstruir el crimen y establecer las características del sicario y su cómplice.
La noticia generó gran conmoción en redes sociales. “Asesinaron a un ser humano de cualidades extraordinarias, muy servicial y dispuesto a ayudar. Siempre resolvía nuestras consultas y ofrecía su conocimiento para aliviar las dolencias de muchos”, escribió un allegado en su cuenta de Facebook.
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Segundo episodio
El crimen de Romaro fue seguido, apenas unas horas después, por otro atentado armado, presuntamente también relacionado con las extorsiones. Hacia las cuatro de la tarde, en el barrio Palmeras, dos personas resultaron heridas cuando un pistolero irrumpió en una peluquería y les disparó.
Las víctimas fueron identificadas como José Alexander Delgado y Aida Rosa Acosta, quienes recibieron un disparo en las extremidades inferiores. Aunque las heridas no revistieron mayor gravedad, el hecho aumentó el temor entre los comerciantes.
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