“Mi vieja, mi vieja”, este era el grito desgarrador que la tarde del pasado sábado retumbó en la avenida 4 con calle 9 del barrio 7 de Agosto, en la ciudadela Juan Atalaya. 

Los curiosos se acercaron a ver la triste escena: un adolescente de 14 años, sin camisa, con bluyín y zapatos deportivos grises, que lloraba mientras abrazaba el cuerpo inerte de su madre. Muy cerca de él estaba su hermano, de 10 años, que miraba confundido, no soltaba ni una lágrima, pero por dentro sentía un gran dolor.

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Otros familiares de Andrea Irene Silva Rincón, de 36 años, quien acababa de ser asesinada, observaban un poco más lejos el hecho, uno de ellos era su excónyuge y padre de sus hijos; otra era una mujer que lloraba de forma desconsolada, su actual pareja. Todos estaban atónitos.

Un perro de amarillo y raza criolla siempre merodeó a los dolientes, parecía conocerlos y solidarizarse con ellos. Los funcionarios de la Seccional de Investigación Criminal (Sijín) de la Policía Metropolitana de Cúcuta (Mecuc) estaban muy cerca junto con los patrulleros de la Mecuc, esperaban el arribo de los peritos del Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI) de la Fiscalía.

El joven no se quería despegar del pecho de su mamá, a quien le habían tapado la cara. Su mar de lágrima se fundía con la laguna de sangre que comenzaba a pintarse sobre el cálido pavimento. Uno de los policías de la Sijín tuvo que levantar con fuerza al adolescente, para que los peritos del CTI comenzaran con la inspección al cuerpo y la escena del crimen.

¿La citaron?

El ataque sicarial se registró a las 3:30 de la tarde, aproximadamente, en plena vía pública. La víctima estaba en chancletas, short y franela, pues, había salido de su casa un momento. Un solo disparo, resonó en ese instante, según contaron los vecinos a este medio.

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Las indagaciones preliminares de la Mecuc indican que Silva Rincón, quien laboraba en un estanco de la zona céntrica de la ciudad, registró una herida por arma de fuego en la cabeza. 

Residentes relataron que un sujeto, quien se movilizaba en una motocicleta de marca venezolana Bera Socialista, negra, se le acercó y le disparó sin mediar palabra. Luego vinieron los alaridos de auxilio y le avisaron a su familia, que nada pudo hacer.

De acuerdo con lo que pudo conocer La Opinión, a la mujer la llamaron minutos antes de que la mataran, por lo que ella salió de su vivienda, que queda el fondo de la calle, adyacente al canal de lluvias; 100 metros más adelante fue interceptada por el pistolero, cerca de un lote de su propiedad.

“Me dijo voy para el baño. Luego salió y estaba en una llamada y se subió –salió fuera de la vivienda-.  Me hizo una videollamada y le pregunte: ‘¿mami, qué hace usted allá arriba? Ella respondió: ‘mirando el lote, mire cómo está quedado bonito…. De un momento a otro ella me colgó y luego escuché el disparo”, afirmó su pareja sentimental.

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En medio del fuerte llanto, expresó que su compañera nunca le dijo nada que representara un peligro para su vida, aunque sí parecía tener problemas con otra mujer.

“¡Tenía dos niños, Dios mío! ¡Tienen que investigar! ¡Que se haga justicia! ¡Eso no puede quedar así! Eso fue esa maldita que me la mató, porque dijo que si no se metía con ella, se metía con los niños. ¿Por qué ella –Andrea-? ¿Por qué maldita sea?”, recalcó con el corazón desgarrado. 

Su exesposo manifestó que llevaba una buena relación con Silva, quien nunca le habló de si había recibido amenazas de alguien. “Para que el crimen hubiera ocurrido así, tuvieron que citarla”, sostuvo el doliente, pero serán las autoridades quienes esclarezcan los motivos del homicidio y sus autores. 

Silva se convirtió en la cuarta mujer, de cinco, víctima de un hecho de la ola de violencia, durante el fin de semana en Cúcuta, luego de los asesinatos de Yeudy Elena Segovia –junto a su esposo- y Lilibeth Alejandra Flórez Maldonado, en Chapinero y Brisas del Porvenir, y del ataque a bala a una fémina y a su cónyuge en Molinos, que los dejó gravemente heridos. Y ayer fue asesinada Kelly Mariana Ceballos Monsalve.

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