“Tere, voy para el frente, me quedo sin señal, en estos días los llamo, los amo”, fue el último mensaje que recibió la mamá de Jhoan Alexis Tarazona Ibáñez, el cucuteño que falleció el pasado jueves en Ucrania.
En medio de la guerra que atraviesa ese país de Europa, el joven, de 25 años, perdió la vida cuando prestaba su servicio como soldado, para mejorar su futuro y el de su familia. Su trágico destino es un recordatorio desgarrador de las vidas inocentes que arrebata la guerra, dejando un rastro de dolor y desolación.
La noticia cayó como un ‘baldado de agua fría’ para la familia, quienes ahora claman por ayuda para que la repatriación del cuerpo se haga en el menor tiempo posible y poder darle el último adiós a su ser querido.
Prestó servicio militar
Tarazona Ibáñez vivió toda su vida en el barrio Galán, de Cúcuta. Se graduó de la Institución Educativa Colegio Gonzalo Rivera Laguado y a sus 18 años, prestó servicio militar en Arauca.
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Tras completar los 18 meses, el joven salió de la institución a buscar trabajo, pero no tuvo éxito. Fue así como decidió presentarse a la Base Militar Tolemaida para graduarse como soldado profesional y luego de dos intentos, lo logró.
“Cuando ya terminó la escuela, lo trasladaron para San José del Guaviare, en donde estuvo hasta noviembre del año pasado, que fue cuando un amigo que estaba en Polonia, lo llamó a decirle que por allá habían mejores oportunidades laborales, así que renunció al Ejército”, relató Francisco Tarazona, padre de la víctima.
Viajó a cumplir sueños
Desde que Jhoan Alexis viajó a Polonia, el 18 de diciembre, tenía un objetivo claro: luchar por su familia. Con una maleta cargada de sueños y los tiquetes que lo llevarían directo a cumplirlos, salió de su casa ubicada en la calle 23A con avenida 18B, del barrio Galán, sin saber que no regresaría más.
Durante dos meses estuvo en ese país, trabajando en una fábrica de pescado. Sin embargo, su amor por la milicia lo llevó a apuntarse como soldado en Ucrania, en donde ganaría por lo menos $15 millones para asegurarle el futuro a sus seres queridos.
“Nosotros le decíamos que nos daba mucho miedo, que eso era peligroso, pero él nos decía que él había aprendido a no tenerle miedo a la muerte, que todo iba a estar bien”, dijo el progenitor.
Sin embargo, a pesar de mostrar fortaleza, los últimos días sus padres sintieron que algo no estaba bien con su hijo.
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“Si alcanzó a decirnos que tenía un poco de temor o no sé qué sentía en realidad, pero yo le decía que rezara el salmo 91 y aquí todos orábamos para que Dios nos lo protegiera de todo mal”.
La triste llamada
El miércoles, cuando la familia Tarazona Ibáñez arrancaba el día, a las 5:15 de la mañana, recibieron una llamada en la que les daban una noticia que jamás imaginaron que llegaría: su hijo había fallecido en combate.
“Nos pasó algo raro, porque la puerta estaba sin candado como si alguien hubiera salido de la casa y hubiese olvidado cerrarla, lo raro es que todos estábamos adentro. Mientras tratábamos de descubrir ese misterio, nos llamaron a contarnos lo que sucedió”, relató Francisco Tarazona.
Incrédulos, empezaron a buscar noticias internacionales a ver si encontraban alguna información, pero al ver que no había nada, decidieron mantener la esperanza de que todo estuviera bien. Sin embargo, a las 10:00 de la mañana confirmaron lo que no querían asimilar.
“Un soldado de Ucrania nos llamó a decirnos que mi hijo había muerto en el cambio de guardia, que cayó un misil y una esquirla le atravesó el cuello”, entre lágrimas, relató el papá de la víctima.
El dolor se apoderó del hogar de la familia Tarazona Ibáñez, quienes aún anhelan despertar de la pesadilla que los ha abrumado, incapaces de aceptar la realidad que están viviendo.
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