La información obtenida por las unidades de inteligencia del Ejército se convirtió en la pieza clave para ejecutar un golpe contra el narcotráfico en el departamento.
Hace dos semanas, gracias a una labor conjunta con la Policía de Norte de Santander, se comenzó una investigación enfocada en desmantelar una ruta en la zona rural de Ocaña, por donde, según las pistas, se estaría moviendo la base de coca hacia distintos cristalizaderos de la región.
Los primeros indicios apuntaban a que existían rutas bien establecidas por las cuales la droga era trasladada de forma clandestina para evadir los controles de las autoridades.
Con esta información, los investigadores comenzaron a trazar un plan detallado para cerrar el cerco sobre los traficantes.
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La operación debía ser cuidadosa, ya que estas rutas estaban bajo la vigilancia constante de los delincuentes, que solían enviar ‘moscas’ en motocicletas como avanzada para detectar la presencia de las autoridades.
Tras semanas de trabajo, finalmente llegó el momento de actuar. El pasado sábado, a la 1:00 de la madrugada, los soldados se desplazaron hasta el corregimiento La Ermita, en Ocaña, y se desplegaron para establecer un puesto de control en un punto estratégico.
El objetivo era esperar el paso del vehículo que, según los informes, estaría cargado con base de coca.
El plan también incluía evitar ser detectados por las 'moscas', esas motocicletas que los traficantes enviaban primero para asegurarse de que el camino estuviera libre de la presencia militar.
La táctica era clara: los uniformados se ocultaron para no ser vistos por los centinelas del narcotráfico.
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Tal como se esperaba, las motocicletas aparecieron primero, recorriendo la zona sin encontrar ningún obstáculo visible.
Confiados, los hombres en las motos se retiraron, dando luz verde para que el vehículo de carga pasara por la ruta.
Pocos minutos después, una camioneta Toyota de color blanco y placas LGK-067, fue divisada transitando por el área.
Los soldados le hicieron la señal de pare, pero los ocupantes del vehículo ignoraron la orden y aceleraron, iniciando una persecución.
Durante varios kilómetros, las tropas del Ejército no les perdieron el rastro, mientras coordinaban el cerco para interceptar la camioneta antes de que pudiera escapar. Finalmente, lograron rodearla y detener su marcha.
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Al revisar el interior del vehículo, las autoridades encontraron a tres hombres que tomaron una actitud evasiva y nerviosa. Fueron identificados como Gustavo Galván Obregón, de 21 años; Jhon Geiner Galván Ascanio, de 43; y Carlos Calevyn Quintero Hernández, de 30.
La inspección del carro reveló lo que temían: en la parte trasera había varios paquetes envueltos en plástico negro. Al abrirlos, los soldados descubrieron que contenían base de coca, un total de 17 kilos, listos para ser distribuidos.
Además de la droga, los soldados encontraron nueve millones de pesos en efectivo y cuatro teléfonos celulares, que se presume eran usados para coordinar la operación de tráfico.
Con las pruebas en la escena, los tres hombres fueron capturados y trasladados para ser presentados ante la Fiscalía. La contundencia de la evidencia llevó a que un juez les dictara medida de aseguramiento en la cárcel.
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