El terremoto de 1875, además de la destrucción a la que sometió a la ciudad, sirvió para modernizarla, en una época en la que comenzaban a desarrollarse nuevas y sorprendentes tecnologías. Recordemos que la ciudad había sido erigida (no fundada) menos de cincuenta años antes, más por necesidades de los habitantes de la comarca que por exigencias administrativas o sociales de los conquistadores.
No era mucho lo que había progresado pero sí tenía un promisorio futuro por su estratégica posición geográfica, lo que sirvió de impulso para que la reconstrucción fuese planeada con más precisión y minuciosidad. A esto le debemos sumar la calidad humana de sus líderes que,aunque diezmados, veían las posibilidades que se le abrían si aprovechaban las novedades que se presentaban y las ventajas que traería usufructuarlas a la mayor brevedad.
En este sentido me refiero a la posible utilización de los servicios de energía eléctrica, tanto para el uso doméstico como industrial o comercial o para el alumbrado público, el servicio de transporte público como el ferrocarril o el tranvía, el agua potable que entonces llegaba a través de las tomas públicas, a buena parte de las escasas viviendas dispuestas en la zona céntrica de la población y pocos años después, los servicios de comunicación, primero el telégrafo y luego la telefonía, que es el tema de esta crónica.
El primer paso en el establecimiento de las comunicaciones interpersonales eficientes fue, sin duda, el telégrafo; diez años después de su invención ya comenzaba a adelantarse gestiones para implantar, en Colombia, ese moderno y sobre todo rápido medio de comunicación. En 1851, el
Congreso aprobó el establecimiento del telégrafo eléctrico entre los territorios nacionales y extranjeros.
En 1865, se creó la Compañía Anónima Colombiana de Telégrafo constituyéndose en la primera empresa de telecomunicaciones del país.
Aunque en mayo de 1865, en Panamá se creó una primera empresa exitosa de telegrafía, esto motivó para que algunos meses más tarde, se inaugurara en territorio continental entre Bogotá y Funza, la primera línea telegráfica.
Ahora bien, a diferencia del telégrafo, la telefonía fue desde el principio un servicio de origen estrictamente privado. Documentos históricos registran que desde 1878 se produjo en Bogotá la primera comunicación telefónica experimental y que el servicio regulado se inició en 1885.
De otra parte, solamente en 1892, mediante ley 98 de ese año, el gobierno autorizó el establecimiento del servicio de telefonía en el país, y fue precisamente en ese mismo año que los hermanos Concepción y Luis Méndez adquirieron la primera planta telefónica de la ciudad, que en ese tiempo tenía 100 abonados.
En enero de 1907, el gobierno regional concedió el permiso de explotación delservicio telefónico a José María Polanco y su esposa Trina Rodríguez y por tal motivo decidieron comprar a los hermanos Méndez su planta telefónica, con el objeto de ofrecer el servicio no solamente en la ciudad sino de extender sus redes a las poblaciones vecinas de San Faustino, Pamplona, Chinácota, Sardinata y Salazar, actividad que realizaron en el lapso de 12 años, infringiendo las restricciones que se les había puesto inicialmente pero que ninguna autoridad hizo cumplir.
Era una época en que el servicio telefónico era del resorte exclusivo de empresarios privados, de manera que fueron varios los empresarios que tendieron sus redes entre las distintas poblaciones del departamento. Hubo un momento de tensión entre los prestadores de los servicios de telegrafía y telefonía en 1915, pues la gente prefería llamar por teléfono que enviar telegramas, así que el ministro Abadía Méndez prohibió el servicio telefónico entre Cúcuta y los municipios que tuvieran servicio telegráfico.
Como es usual en la política pública, y ante los beneficios que prometía este servicio, la administración departamental planteó la iniciativa de comprarle a la familia Polanco, en 1924, su empresa de telefonía, lo cual se cumplió efectivamente con la expedición de la Ordenanza 56 de abril de ese año. Hoy esa operación la llamaríamos “nacionalización de la empresa” y le costó al erario departamental la suma de $60.000, que sólo se materializó en 1926 con la creación de la Empresa Departamental de Teléfonos, que además incluía lareadecuación y ampliación de la red de transmisión, lo cual, dicho sea de paso, no se cumplió.
En 1954, la Empresa de Teléfonos se trasladó a su nueva sede de la avenida quinta, frente a la Gobernación, a un edificio cuya construcción fuera impulsada por el gobernador Rivera Laguado.
Finalmente la Empresa Departamental de Teléfonos fue vendida a la estatal Empresa Colombiana de Telecomunicaciones TELECOM, en 1971, operación previamente autorizada por Ordenanza del 1 de diciembre.
A partir de ese momento comenzó la ampliación de los servicios telefónicos que se fueron modernizando a medida que iban apareciendo las novedades tecnológicas, hasta que en 1992 por disposición de nuevas leyes expedidas por el Congreso Nacional, en las cuales se permitía la inversión extranjera en el sector de las telecomunicaciones y la introducción de la telefonía celular, la llamada telefonía fija ha venido en franco declive.
Para tener una idea del desarrollo de la evolución que sufriera una línea telefónica de uso particular en los últimos 50 años tomaremos un ejemplo al azar. La distribución de los suscriptores se hacía por sectores de la ciudad la cual estaba zonificada en tres (si la memoria no me falla), el centro, la zona oriental y otra planta que atendía los demás sectores no incluidos en los anteriores; cada uno de ellos atendía una numeración según el dígito inicial de su línea, el centro comenzada por 2, los del oriente por 4 y así para los demás.
Con la modernización, un número, por ejemplo de la zona oriental, el 40008 con la modernización pasó a ser el 50008, luego 5750008 y para el último mes de 2020, terminó siendo 6075750008, lo que le permite al sistema de comunicaciones telefónicas integrarse de manera global, tanto a nivel nacional como mundial.
Redacción
Gerardo Raynaud D.
gerard.raynaud@gmail.com
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