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Anitta en Netflix: la doble vida de la ‘Hannah Montana’ brasileña
El documental ‘Larissa: la otra cara de Anitta’ explora la dualidad entre la artista y su verdadero yo, cuestionando el impacto de la fama en su identidad.
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Colprensa
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Domingo, 16 de Marzo de 2025

Alimentados por una narrativa perfecta, muchas personas sueñan y luchan por “tenerlo todo”. En el proceso son susceptibles de perder su humanidad, su verdadero yo. Ante el miedo a desaparecer, construyen un alter ego que los ayuda a mantenerse activos en la realidad, mientras existen en un espacio sin dueño, inmersos en donde todos reman en diferentes direcciones, y viven la ideología de la deshumanización, la cual toma poder y jerarquiza las sociedades. Se pierde el contacto entre humanos.

La periodista española Marta Peirano, en su libro El enemigo conoce el sistema, expone la necesidad del contacto directo “que nos hace ver a las personas y no a la idea de esas personas”. Establece que el éxito de la deshumanización como ideología se manifiesta a través de los insultos. “Su principal característica es el asco. Es una emoción completamente distinta del miedo o del odio porque no está basada en algo que hacen, sino en algo que son: brutos, feos, estúpidos, lentos, malolientes, deshonestos. Son menos humanos y, por lo tanto, no hay margen de reforma o negociación”. Deshumanizar es algo común en las redes sociales, donde todos tienen verdades absolutas sobre otros. No existe el contacto directo, aunque el teléfono esté entre sus manos.

Quienes adquieren poder en este mundo sin dueño dominan la relación con las “clases desfavorecidas”, aquellas que sueñan con ser como quienes lograron “tenerlo todo”. Estas dependen de lo que hacen, dicen y muestran, desactivan la empatía, la comprensión y la identificación con el otro. Se pierde el cariño y la consciencia de lo tangible, de la hermandad. Un flujo de información fabricada controla y manda de forma deliberada.

El escape de la deshumanización de Anitta

Anitta, cantautora, bailarina, actriz y empresaria, despierta elogios y rechazos. Sus letras y bailes son criticados; se muestra abierta a lo desconocido, rebelde ante la tradición y dispuesta a ser diferente.

Un artista, una celebridad, una figura pública siempre despierta un sinfín de preguntas sobre su verdadero yo, sobre quiénes son cuando las cámaras no los enfocan, cuando los reflectores se apagan. Ante la presión del perfeccionamiento deshumanizado, muchas personalidades del entretenimiento han decidido mostrar la otra cara a través de producciones fílmicas que buscan contar algo más allá del ser admirado. Documentales desde la autopercepción.

‘Larissa: la otra cara de Anitta’ despierta curiosidad. Anitta es un personaje mediático, polémico, atrevido y arriesgado. Ante una personalidad como esta, ¿quién es Larissa?

Lo diferencial de este documental no es solo conocer a Larissa de Macedo Machado, una brasileña de 31 años, sino comprenderla desde los ojos de Pedro Cantelmo, director fílmico y de este documental.

Al iniciar el largometraje, Cantelmo se pregunta si Larissa sigue siendo la menina (niña) que conoció en Honório Gurgel, un barrio obrero de la zona norte de Río de Janeiro, y de quien se enamoró en la adolescencia. Admira a Anitta, la cantante de personalidad arrolladora, la misma que hizo del funk carioca un género consumido en todo el mundo despojándolo del estigma y despreció que padeció.


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Este documental es un claro ejemplo del caso Hannah Montana: vivir lo mejor de dos mundos sin perderse en el intento. Larissa es descrita como una persona amorosa, extrovertida y empática, pero con un gran defecto: el temor a perder el control de su vida y sus sentimientos. Es capaz de reír y llorar en una misma conversación, se entrega a quienes decide amar y está en constante búsqueda del poder de decir “no” sin sentir la presión social a cuestas. En esta travesía, reconoce la necesidad de construir su propia felicidad.

Ante la declaración nos preguntamos: ¿qué pasaría si Anitta no hubiera logrado lo que Larissa soñó? ¿Reconocería la felicidad más allá del éxito obtenido y de su fortuna? Sus comodidades y privilegios actuales no son los mismos que tenía en Honório. ¿Habría encontrado felicidad sin el estrellato?Anitta fue construida para protegerse del señalamiento- del que padece bastante- y de la ideología de la deshumanización. Sin embargo, el talento, la voz y la creatividad nacieron con Larissa de Macedo Machado.

Para entender el fenómeno Hannah Montana, conversamos con Diana Gómez Miranda, psicóloga clínica y especialista en psicología cognitivo-conductual, quien asegura que nuestra condición humana nos lleva a construir una barrera o un alter ego.

“Hay días en los que no nos importa lo que se dice, pero otros en los que sí. A veces nos sentimos más sensibles, más vulnerables, y para alguien que está constantemente expuesto a críticas es mucho más complejo. La mejor forma de trabajarlo es con terapia, aprendiendo a reestructurar, a identificar qué de eso que dicen es real y cómo trabajarlo. Hay que aceptar que no tenemos control para evitar detonar. Por esta razón, muchas veces crean alter egos que los ayudan a lidiar con el estrés y la presión, que los acompañen en la búsqueda de escape y seguridad”.

“El término se usa actualmente para describir una segunda identidad, diferente a la del día a día. Pero, al igual que nuestra identidad principal, cada alter ego es único, con su propia historia de origen, su propia personalidad y carácter”, explica la especialista.

Anitta nació para lograr lo que Larissa soñó sin dejar de ser la niña de Honório, aquella que encontraba la felicidad modelando un vestido confeccionado con vasos de café.

Pedro Cantelmo la encuentra. No está perdida. Larissa es la misma que conoció en la niñez, en la adolescencia, y que en su adultez cumple sus sueños, como cantar para millones de personas, desfilar en largas alfombras rojas, actuar ante una cámara. Todo, a través de Anitta, quien desafía a la industria y las tradiciones.

Todavía ve a la mujer que lucha por aceptar que los estándares de belleza son construcciones del “espacio sin dueño”. Es la menina de sus padres. Ve a la mujer de la que ha estado enamorado toda su vida, pero asegura no estar listo para entrar al mundo de Anitta: reflectores, incontables viajes, alfombras rojas, flashes que obstruyen la toma de su realidad, la que le muestra su lente, uno que siempre enfoca a Larissa.

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