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Editorial
Las estigmatizaciones
Condenar a alguien por su manera de vestir, los tatuajes, los ganchos y su aspecto físico relacionado con el cabello, por ejemplo, es una estigmatización que está haciendo carrera en el mundo.
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La opinión
La Opinión
Lunes, 31 de Marzo de 2025

Condenar a alguien por su manera de vestir, los tatuajes, los ganchos y su aspecto físico relacionado con el cabello, por ejemplo, es una estigmatización que está haciendo carrera en el mundo.

Hay un pasaje de los tantos que dejó el paramilitarismo en el que llegaron a amenazar a las jóvenes por usar las famosas blusas ombligueras o a los hombres por llevar el pelo largo, como se denunció en su momento en el área metropolitana de Cúcuta.

Y la guerrilla tampoco se ha quedado atrás con su arremetida contra las mujeres por ser novias de miembros de la fuerza pública en zonas de orden público.

Esos recuerdos retornan con los dolorosos relatos y denuncias de las familias de migrantes venezolanos que fueron deportados como prisioneros hasta la cárcel de El Salvador, desde Estados Unidos, por tener tatuajes que de inmediato los relacionaron con miembros de la banda terrorista del Tren de Aragua.

Obviamente cada país es soberano de manejar sus políticas y regulaciones migratorias, reservándose el derecho de quién admitir, devolver o deportar.

Pero lo que sí es necesario es contar con toda la información suficiente y el intercambio de datos judiciales y de identidades para evitar que caigan inocentes, dejando de lado las sospechas por las figuras, letras o números que la tinta plasmó en algunas partes del cuerpo de los migrantes.

Aquí sucede que hay cierta aversión hacia los tatuados por el aún fresco recuerdo de los cientos de pandilleros salvadoreños que sumieron a ese país de Centro América en el caos de la violencia y que en una gran mayoría está hoy tras las rejas, con los símbolos pintados que les servían para atemorizar.

Una particularidad de esas maras es que las marcas con tinta en el cuerpo de los pandilleros se convirtieron en una forma clave de identificación, de  demostración de poder dentro de la organización y para infundir miedo en la población.

Lo importante en estos casos es que hay una plena comprobación de que son criminales, puesto que de todas formas, un informe de Telemundo, el año pasado, reveló que el Departamento de Seguridad Pública de Texas, Estados Unidos, encontró que los tatuajes más comunes del Tren de Aragua eran los trenes, estrellas, dados, rosas, tigres, jaguares, coronas o frases.

Se espera que los familiares de los venezolanos que reclaman justicia, al asegurar que no tienen cuentas pendientes con la ley, tengan una oportunidad de contacto, por intermedio de sus abogados, con las autoridades migratorias y de la justicia estadounidense para que les revisen estos casos en cumplimiento del debido proceso al que tienen derecho y que sean enviados de vuelta a su país o también hacer contacto con la Comisión de Derechos Humanos y Libertad de Expresión de El Salvador, para que expongan su situación.

Las fuertes medidas del gobierno de Estados Unidos contra la migración irregular y las bandas como el Tren de Aragua hacen parte de su política de seguridad nacional, pero es urgente que esa lucha contra el terrorismo dentro de su país no termine victimizando a quienes no tienen nada que ver con esas organizaciones del crimen transnacional, que para este caso en específico el presidente Donald Trump, asegura que es controlada por el régimen de Nicolás Maduro, desde Venezuela.


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