

Durante la presentación de una parte de su gabinete ministerial en el Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella, el presidente Gustavo Petro hizo una afirmación que debe de preocupar a Norte de Santander, relacionada con uno de sus importantes proyectos de conectividad vial.
“Pero no está (el proyecto de) la carretera del Catatumbo en los archivos del Estado colombiano o los estudios están en un nivel inutilizable”, dijo en aquella ocasión el presidente, mientras se dirigía a la nueva ministra de Transporte, María Fernanda Rojas, a quien conminó a dar a conocer la situación real de ese plan.
La deprimente y grave advertencia presidencial coincide con lo dicho recientemente, sobre la misma carretera, por el obispo de Tibú, monseñor Israel Bravo. “Cuatro o cinco nombres ha tenido la vía que va de La Ye de Astilleros-Tibú-El Tarra-Convención-La Mata. La han llamado la vía del carbón, de la paz, ahora la transversal del Catatumbo; cambian de nombre y usted ve que eso no progresa”.
Volviendo con el presidente, en el encuentro advirtió que: “más allá de Gamarra-Ocaña no hicieron ni un metro de pavimento”.
Con esta confesión, lógicamente la región debe reaccionar y exigir que si eso es así de dramático, por un lado se reactiven todas las acciones necesarias para reanimar el proyecto y, por el otro, aplicar las respectivas sanciones administrativas y políticas contra los responsables.
La bancada nortesantandereana en el Congreso de la República debe citar a debate a la ministra de Transporte para que le explique al país lo planteado por el presidente y qué se va a hacer para que el proyecto no quede condenado a dormir el sueño de los justos.
Las cámaras de comercio de Cúcuta y Ocaña, junto con los carboneros, palmicultores y demás gremios económicos de la región, deben ponerse al frente de un plan para salvar la carretera del Catatumbo.
A la Gobernación de Norte de Santander junto con las alcaldías de los municipios catatumberos y del área metropolitana de Cúcuta les corresponde emprender una cruzada para saber qué fue lo que ocurrió y gestionar sin descanso para que esta vía de los múltiples nombres y el lento avance por fin se vuelva una megaobra que ayude a la región a salir de la violencia, los cultivos ilícitos, el narcotráfico y el multicrimen.
Resulta muy dramático que mientras el Catatumbo sigue en el abismo de la violencia con números históricos en todos los hechos provocados por el conflicto armado ahora esté al borde de entrar a un callejón sin salida como producto de un Estado que le ha fallado tanto en su seguridad como en garantizarle su transformación y progreso.
El Gobierno nacional no puede sustraerse de su responsabilidad y tiene que proceder a elaborar o actualizar los estudios de la carretera y dejarla adjudicada y financiada para que pase de ser un espejismo irrealizable a algo tangible para el rescate económico y social de la región, y para que el Estado tenga una presencia palpable en el territorio y de esa forma se proteja hasta la soberanía nacional, si tenemos presente que el Catatumbo tiene muchas conexiones fronterizas con Venezuela, país que es usado como retaguardia por diversos grupos armados organizados que atacan a la población civil y a la fuerza pública.
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