

Hay actuaciones, determinaciones y afirmaciones que aunque parezcan normales o ajustadas a la normatividad y coordinadas con los intereses de quienes las promueven o adoptan, terminan siendo una opción que va en contravía del prójimo y de la ciudadanía en general.
Está el caso de los miembros del Congreso de la República que salieron de ‘puente santo remunerado’ y adicionalmente en la Cámara de Representantes les dieron como asueto adicional el Día de la Familia, el próximo lunes.
Para los honorables miembros de la corporación eso será algo normal, pero la mayoría de colombianos no entienden cómo alguien que gana más de $48 millones al mes, puede irse de descanso tres días hábiles en los cuales le pagarán el salario.
Frente a una informalidad laboral del 56,8% y las cada vez mayores complicaciones para conseguir empleo, el Legislativo ha ocurrido en una actuación de espaldas a la difícil realidad nacional que sin duda lo pone más distante del ciudadano y más cerca de la posibilidad de acrecentar la imagen desfavorable.
Y es por demás inentendible que un jefe de Estado vaya por un lado y los ministros por otro, como acaba de suceder con la posición del Gobierno nacional frente a las elecciones en Ecuador, porque la canciller Laura Sarabia felicitó al reelecto Daniel Noboa y el presidente Gustavo Petro se abstuvo de reconocer el triunfo.
¿Desconexión entre el jefe y el gabinete? ¿Jugada para enviar un mensaje con el que se intenta quedar bien con todo el mundo? ¿Falta de tacto para el manejo de relaciones internacionales, máxime con un país vecino?
Las respuestas quedan abiertas, pero lo cierto es que ante el país la percepción que se transmite es la de un gobierno fragmentado sin unidad de criterio y en el que no hay un norte fijado, dejando de nuevo la sensación de la inexistencia de liderazgo para el manejo de los asuntos de Estado.
Al resurgir la imagen captada por la audiencia sobre aquel caótico consejo de ministros que fue transmitido por la televisión, la esperanza es que ocurra el milagro de un propósito de enmienda de Petro y su equipo para que se pongan a gobernar con la dinámica que necesita Colombia en lugar de profundizar en la lucha de clases y exacerbar la polarización extrema sin disensos ni concertación.
Y hacia el exterior es indispensable que los mensajes sean claros en cuanto a los asuntos relacionados con la democracia, la seguridad y la economía y no terminar en situaciones embarazosas para el país, como aquella en que Petro resultó dando a entender que los jóvenes de la banda criminal del Tren de Aragua requerían era amor y comprensión.
Por lo tanto, los poderes Legislativo y Ejecutivo debieran aprovechar la Semana Santa y como arrepentimiento los primeros llegar a sus curules dispuestos a aprobar el proyecto de ley para la reducción de sus sueldos y prestaciones, mientras que el equipo de gobierno de la Casa de Nariño asumir con entereza el compromiso para dejar de estar dando tumbos y todos los miembros estar en sintonía de trabajar por sacar adelante el Plan Nacional de Desarrollo y enfrentar la compleja situación de inseguridad.
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