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Economía
¿Qué pasará con las remesas que llegan de Estados Unidos y como afectará a Cúcuta?
Los giros internacionales son importantes para los hogares de ingresos bajos y medios, porque se convierten en ingresos adicionales.
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Leonardo Oliveros
Leonardo Favio Oliveros
Domingo, 6 de Julio de 2025

Una realidad clara que vive Cúcuta es que gran parte de las remesas que recibe se queda en el comercio local. Un ejemplo de ello es el caso de Fernando Alvarado, quien se traslada cada mes desde Venezuela a cobrar un giro que le envía su pareja sentimental.

Alvarado viaja desde San Cristóbal y con el dinero que recibe compra mercado y otros artículos de primera necesidad. Esta semana, después de hacer el respectivo cobro en una de las sedes de Wester Union, procedió a buscar unos productos de ferretería y agroinsumos.


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Desde hace varios años me envían dinero. Sigo en mi casa, tengo una parcela en la que siembro y con ganadito. Si uno deja solo, entonces se pierde eso. Con lo que trabajo también me sostengo”, dice a La Opinión el venezolano.

Sin embargo, este panorama que beneficia a extranjeros y a la capital de Norte de Santander, puede cambiar y volverse tormentoso. Al presidente de Estados Unidos, Donald Trump le aprobaron una reforma fiscal que impone gravar con el 1% las remesas. Inicialmente, proponía el 5%.

“No estoy de acuerdo con que le pongan un impuesto, porque eso loe afecta a uno lo poco o mucho que le envían. Casi todo lo compro aquí”, afirma Fernando Alvarado.

De acuerdo con el economista e investigador Sadan de la Cruz Almanza, las remesas son importantes para los hogares de ingresos bajos y medios, porque se convierten en ingresos adicionales. 

“En el caso de Colombia, las remesas representaron, aproximadamente, el 2,8% del Producto Interno Bruto (PIB) para 2024. Algunas estimaciones del Banco de la Republica sugieren que pueden representar entre un 3,6% y 4% del ingreso disponible familiar. Esto mismo ocurre para el caso de Norte de Santander y Cúcuta”, precisa el también docente universitario. 


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La dinámica de las remesas en Cúcuta

Según datos del Banco de la República, en 2023, Colombia recibió más de US$10.000 millones en remesas, de las cuales una porción importante se concentró en Valle del Cauca, Atlántico y Norte de Santander. En 2024, los giros internacionales sumaron 11.848 millones de dólares.

En el primer trimestre de este año- cifra más reciente publicada por el Emisor- el país contabilizó US$3.130 millones, lo que significó un aumento de US$409 millones o del 15%, respecto al mismo periodo de 2024, cuando se registraron US$2.721, aproximadamente.

El gerente comercial de Coguasimales Service S.A.S., Luis Alexander Hernández, empresa cucuteña con cobertura en toda Colombia que ofrece el servicio de las remesas, sostuvo que estos giros representan una de las principales fuentes de ingresos para miles de hogares, especialmente, en zonas de frontera, por lo que aplicarles un impuesto representaría un escenario desafiante para las economías dependientes de ese flujo de capital.

“En el caso de Cúcuta, con alta presencia de población migrante y familias binacionales, las remesas cumplen una doble función: sostener el consumo básico en hogares de estratos 1 y 2 y reactivar el comercio local, especialmente en sectores como abarrotes, farmacias, arriendos y educación informal”, detalla el líder corporativo.

Además, afirma que es importante señalar que miles de colombianos han migrado al extranjero buscando mejores oportunidades laborales en sectores como el cuidado de adultos mayores, la construcción, servicios, logística o tecnología, entre otros. 

No obstante, esta migración ha venido acompañada de fuertes responsabilidades financieras que continúan en Colombia: créditos hipotecarios, pagos de arriendos de viviendas familiares, alimentación, educación, salud y manutención general de sus seres queridos. 

Remesas

Por tanto, las remesas no solo son un extra para estos hogares, sino un ingreso crítico para mantener la estabilidad de su entorno económico y social.


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¿Qué puede generar la medida?

El economista Sadan de la Cruz Almanza indica que, de implementarse la medida  aprobada  por el Congreso estadounidense al gobierno del presidente Trump, haría que esos ingresos disminuyan proporcionalmente y, posiblemente, las familias considerarían reducir la frecuencia de las transferencias por parte de los colombianos que trabajan en ese país. También incentivaría que ahorraran un poco más en la moneda extranjera. 

Comercio

“No necesariamente se reducen esos envíos de dinero en el corto plazo. El motivo de la migración suele ser, con frecuencia, la posibilidad de mejorar las condiciones de vida de los integrantes del hogar. Por lo tanto, probablemente se mantendrá el envío de remesas, pero con una menor frecuencia”, precisa Almanza.

El presidente de la Junta Directiva de la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco) en Norte de Santander, Sergio Palacios, explica que, evidentemente, gravar las remesas no es bueno, porque pagarle un impuesto a los EE. UU. hace que se disminuya la base del dinero que se envía y que llega normalmente a las manos directas de quienes lo reciben en Colombia. 

No vemos con buenos ojos la propuesta de Trump. No obstante, entendemos el propósito del presidente, que es recaudar mayores impuestos a través de todas esas negociaciones que se hacen de transferencias”, resalta Palacios.

El dirigente gremial recalca que, entonces, va a haber menor dinero circulante, lo que significa que haya menos posibilidades de compras para quienes recibirán los giros, por ende, su capacidad de consumo va a bajar, lo cual afectará al comercio en general de Cúcuta y del país.


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El gerente comercial de Coguasimales Service S.A.S., Luis Alexander Hernández, manifiesta que -por ejemplo- si un remitente enviaba 500 dólares mensuales, ahora, solo podría girar US$295 netos

“Esto implica una reducción efectiva en el poder de compra de los hogares receptores. Para ciudades como Cúcuta, donde el consumo está fuertemente apalancado por las remesas, esta reducción tendrá un efecto multiplicador negativo sobre la economía”, advierte Hernández.

Otros efectos

  1. Afectación al consumo y liquidez en sectores informales. Comerciantes, arrendadores, tenderos y profesionales por cuenta propia podrían ver reducidas sus ventas o ingresos. La economía local podría entrar en un ciclo de desaceleración, especialmente en zonas donde no existen otras fuentes de ingreso permanentes.
  2. Incentivo a canales no regulados o informales. Algunos remitentes podrían recurrir a mecanismos alternativos (como portadores, criptomonedas o redes informales), elevando el riesgo de lavado de activos y evasión fiscal.
  3. Presión sobre redes locales de pago. Empresas de recaudo, como Pago Fácil, que operan en todo el país podrían experimentar una disminución en el volumen de transacciones o la necesidad de adaptar sus modelos de comisión para mantener la rentabilidad. Este cambio podría repercutir en la sostenibilidad de puntos de atención a clientes (PACs) y la continuidad de operaciones en zonas periféricas.

Luis Alexander Hernández considera que, ante este panorama, los actores del ecosistema financiero y transaccional deben considerar estrategias como:

  • Diversificación de aliados para mejorar condiciones y absorber parte del costo adicional.
  • Educación financiera al usuario final sobre canales formales y trazables, alianzas público-privadas para proteger a los receptores de remesas en zonas vulnerables.
  • Automatización y digitalización de procesos de pago para reducir costos operativos.

Hernández asegura que, si bien el impacto monetario parece menor a nivel individual, acumulativamente podría significar millones de dólares menos en circulación en el oriente colombiano. 

Además, redes como Pago Fácil se convierten en piezas clave para mantener el acceso seguro, rápido y formal a estos recursos, mientras se exploran nuevos modelos de adaptación, eficiencia y sostenibilidad para mitigar los efectos colaterales de esta medida internacional.


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