En San Cristóbal, estado Táchira, mientras una caja de cerveza de lata de Colombia, que ingresó de contrabando y se vende en el comercio informal, vale $50.000, el mismo producto venezolano cuesta $70.000, es decir 20.000 más.
Esta distorsión en el mercado la describió el presidente de la Federación Venezolana de Licoreros y Afines (Fevelif) Johnson Delgado, quien dijo a La Opinión que bajo esa realidad los empresarios locales nos pueden competitivos.
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Al dar el balance crítico sobre la situación comercial en la frontera, recalcó que el ingreso irregular de productos desde Norte de Santander, pese a que ha disminuido en comparación a hace tres años, afecta la sostenibilidad del mercado interno.
Delgado dijo que la proliferación de ventas informales en puntos estratégicos de San Cristóbal creó un ecosistema desigual. Añadió que la cerveza ilegal ingresa en vehículos pequeños, que traen entre 15 y 20 cajas.
“La presencia masiva de licores, refrescos (gaseosas) y agua mineral de procedencia colombiana, en anaqueles improvisados, afecta las ventas del comerciante formal”, añadió el líder gremial.
El presidente de Fevelif sostuvo que no se trata solo de una presencia de marca, sino de una ocupación del espacio que desplaza al producto nacional y al empresario que cumple con sus deberes legales y paga impuestos.
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Para el representante de los licoreros, se debe impulsar la informalidad en las relaciones comerciales binacionales, porque Venezuela tiene la capacidad de posicionarse en el mercado de Colombia con productos como el ron, al tiempo que, en el vecino país, el aguardiente colombiano puede hacer los mismo.
Más controles
Johnson Delgado hizo un llamado a las autoridades a ejecutar planes de fiscalización que protejan el mercado interno, destacando que el comercio formal no pide privilegios, lo que necesita es justicia y condiciones de igualdad para competir.
“Si se permite que el mercado interno siga siendo afectado por esta entrada descontrolada de productos, las consecuencias para la economía regional serán profundas y difíciles de revertir”, enfatizó.
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Johnson Delgado precisó que el problema del contrabando de licores perjudica a la cadena de suministro, hay evasión de controles fiscales e incumple medidas sanitarias.
“Observamos que el mercado interno se inunda de mercancía, cuya calidad y procedencia no podemos garantizar. Así no solo, se debilita la capacidad de inversión de nuestras empresas, también se pone en riesgo la seguridad del consumidor”, advirtió Delgado.
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