La más reciente incautación de tres toneladas de carne de contrabando en avanzado estado de descomposición por parte de la Policía Metropolitana de Cúcuta, la semana pasada, alertó a las autoridades para prevenir un problema de salud pública en Cúcuta.
Miembros del grupo Cobra, con el apoyo de la Policía Fiscal y Aduanera (Polfa), interceptaron la camioneta en la que era transportada la carne sin las mínimas condiciones de salubridad, justo cuando arribaba a la Central de Abastos de Cúcuta (Cenabastos), donde se presume que iba a ser comercializada.
Los tres mil kilos de carne de res y vísceras producían un olor nauseabundo, lo que evidenció el estado de descomposición.
El subcomandante de la Policía de Cúcuta, coronel William Donato, le recomendó a la comunidad en ese momento que se verifique el lugar donde se compran los alimentos y su procedencia.
“Es un problema de salud pública, porque no tenía la refrigeración ni el protocolo para el transporte adecuado de la carne”, advirtió el oficial.
Garantizar la calidad de los alimentos que son vendidos en restaurantes y cafeterías, legalmente establecidas, es el objetivo fundamental de las autoridades de salud en Norte de Santander, para prevenir los problemas que se generan por el consumo de los productos en mal estado.
José Trinidad Uribe, coordinador del área de Salud Ambiental del Instituto Departamental de Salud (IDS), aseguró que su dependencia hace un seguimiento constante a los 4.943 restaurantes y cafeterías que existen en Norte de Santander, con el fin de garantizar la calidad en la comercialización de alimentos.
El IDS basa la verificación de estos lugares en tres ejes fundamentales: la infraestructura, la higiene y la preparación de la comida.
La principal recomendación es evitar que haya manipulación inadecuada que pueda generar la contaminación.
En la infraestructura del restaurante debe haber un área de almacenamiento para la refrigeración con un cuarto frío, que los alimentos estén separados, es decir, no puede haber mezclas de carnes y lácteos, porque esto produce contaminación.
También es importante que las superficies estén limpias, lisas, fácil de lavar, y que los pisos sean higiénicos.
La persona encargada de manipular los alimentos debe tener la indumentaria adecuada, que no sufra de alguna enfermedad y que cumpla con las mínimas condiciones de higiene: usar tapabocas, lavarse constantemente las manos, tener delantal, entre otros elementos necesarios.
Trinidad aseguró que en el departamento no se presenta ninguna problemática con los lugares que están legalmente establecidos para vender alimentos.
Sin embargo, explicó que cuando una persona detecte que en algún restaurante le están vendiendo productos en pésimas condiciones debe exigirle al propietario que cambie la porción y poner la queja ante una oficina de sanidad.
“Nosotros procedemos a hacer la inspección, verificamos los alimentos, tomamos muestra, hacemos un control de calidad en un laboratorio para determinar la afectación”, dijo el funcionario.
Explicó que en caso de sufrir una intoxicación por los alimentos se debe constatar con la historia clínica para reforzar las investigaciones y el proceso de sanción contra el responsable.
Aseguró que las sanciones para estos establecimientos van desde una multa hasta el cierre del lugar cuando se verifique que no se cumple con las condiciones para vender alimentos.
Procesos de calidad
En busca de garantizar que los ciudadanos consuman productos y alimentos de calidad, la Alcaldía de Medellín impulsó el proyecto ‘Medellín, sí sabe’, en el que se capacitó a los vendedores tanto de restaurantes como de comida tradicional en higiene, salubridad y presentación de las comidas.
Uno de los objetivos es vender los alimentos típicos del país, con el fin de que propios y extranjeros disfruten de una variedad de platos con los requerimientos necesarios de calidad.
No obstante, la administración organiza ferias gastronómicas para evidenciar los resultados de la capacitación.
Para el coordinador de Salud Ambiental del IDS, los ciudadanos deben evitar consumir los alimentos en los expendios ambulantes, debido a que estos no garantizan la adecuada preparación ni la procedencia de los productos.
“Al consumir alimentos callejeros, la misma persona debe autoevaluarse, porque no debió consumir esos productos, debido a que no hay higiene y se asume un riesgo”, explicó Trinidad Uribe.
Jorge Hoyos, afectado por una bacteria tras consumir un perro caliente en una venta de comida callejera, recordó los peores momentos que ha pasado, debido a este episodio. “Pasé un mes en la clínica, me tuvieron que operar y mi vida no ha sido la misma después de sufrir esa bacteria”, dijo.
El hombre de 26 años, recomendó a la comunidad que no “juegue” con su salud al consumir alimentos en un lugar que no garantice las mínimas condiciones de higiene. “Es mejor pagar más, pero comer seguro”, es la consigna que siempre manifiesta a sus allegados al momento de visitar un restaurante.
Las autoridades de salud de Norte de Santander mantienen un control periódico en los establecimientos para que se ofrezca a la comunidad la comida en óptimas condiciones y así, evitar un problema de salud pública en la región, en donde se aprovecha los alimentos de procedencia extranjera que llega de contrabando.