Tres mil quinientas unidades de banano ingresaban ayer al Centro Penitenciario de Cúcuta la mañana de ayer, cuando una comitiva de representantes de los presos y los entes territoriales esperaban al senador Guido Echeverry para la instalación del Observatorio de Derechos Humanos del Sistema Carcelario.
Cuando el reloj marcaba las 12 del mediodía, los 3.800 internos que alberga la prisión no habían desayunado porque en los dos últimos años la institución ha venido padeciendo las calamidades impuestas por prestadores de servicios “que se roban el dinero de los privados de libertad”, dijo Daniel Gutiérrez, director nacional del Instituto Nacional Penitencial y Carcelario (Inpec).
Y es que la llegada de la fruta este viernes no era un hecho habitual. Sucede cada vez que alguna delegación nacional visita la cárcel y de una vez comienzan a llegar provisiones que, por general, faltan todos los días. El senador Guido Echeverry, director del Observatorio de Derechos Humanos del Sistema Carcelario, en sus palabras de apertura dijo que encontró en la literatura la motivación para interesarse en el tema penitenciario, cuando entendió que los centros de reclusión son un reflejo de la sociedad.
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Habló de los intentos que se han hecho desde la Corte Constitucional para generar gritos de alarma respecto a lo que sucede en las cárceles del país. Dijo que es necesaria una articulación con las entidades que conforman el Ministerio Público y el Ministerio de Justicia. “Ustedes, por ejemplo, están sin desayunar a esta hora. Si nosotros que desayunamos poquito ya tenemos hambre, no quiero imaginar cómo están. Ante estas situaciones es que tenemos que preguntarnos ¿qué es lo que está pasando?”, señaló.
Echeverry declaró que desde hace mucho tiempo la Unidad de Servicios Penitenciarios y Carcelarios (Uspec) ha debido desaparecer, aunque admitió que un director del Inpec “no tiene los dientes” para intervenir en estas decisiones.
Por su parte, Daniel Gutiérrez, director general del Inpec, tuvo las mismas consideraciones. Aseguró que situaciones como la que se viven en la Cárcel de Cúcuta, por la falta de un suministro digno de los alimentos, que es responsabilidad de un privado en convenio con la Uspec, “son cosas que no pueden seguir pasando”.
Mientras tanto, Esmeralda Echeverry, subdirectora del Observatorio de Derechos Humanos y directora del Movimiento Cárceles al Desnudo cree en la oportunidad de estos espacios para visibilizar las denuncias de la población carcelaria en temas como alimentación, salud, infraestructura. Al respecto, su sentencia fue clara. “Definitivamente la Uspec debe ser liquidada”, dijo.
No queremos más Fombosil
Durante sus intervenciones, los representantes de privados de libertad que conforman el Comité de Derechos Humanos hicieron un llamado de súplica a las autoridades por lo que consideran una completa violación a sus derechos en temas como salud, alimentación, hacinamiento e infraestructura.
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Gloria Ardila, vocera del centro de reclusión femenina expresó que se sentían burlados por la Corporación para el Fomento de Bienestar Social (Fombisol), contratista del convenio para el suministro de alimentos, responsable de que ayer a mediodía no hubieran desayunado. “No queremos más Fombisol, no queremos más Uspec, no queremos más mentiras”.
De acuerdo al relato de los voceros, durante dos años han padecido los abusos flagrantes de esta empresa que se ha presentado a todas las convocatorias “con distinta máscaras y con distintas razones sociales”, para hacerse del convenio de alimentación de la Cárcel de Cucuta que firman cada seis meses con la Uspec.
Luis Suárez, vocero del Comité de Derechos Humanos, señaló que han denunciado estos incumplimientos pero la Uspec les responde que es imposible conseguir otro operador. Esto debido a que la ración de alimentos diarios en Cúcuta por cada privado de liberad tiene un costo de $11.500 y en otras cárceles supera los $16.000 por persona.
Suárez les recordó a los miembros del Observatorio de Derechos Humanos que esta podría ser una esperanza ante tantas calamidades y que no debían olvidar que la Cárcel de Cúcuta era un “león dormido que no queremos que se despierte porque aquí lo que tienen son unos leones enjaulados con hambre”, manifestó.
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