A pesar de la inseguridad, contaminación y la extrema pobreza que se vive en la invasión Manuela Beltrán, ubicada sobre la ciudadela de Belén, hay un lugar de esparcimiento que se convirtió en un refugio para toda la comunidad, donde se realizan jornadas de danza, música, artes plásticas y lectura.
La biblioteca se convirtió de alguna forma en un escenario de escape a las demás problemáticas que diariamente azotan a la comunidad de Manuela Beltrán y los sectores aledaños como La Divina Pastora y Colinas del Tunal.
“Desde su reactivación hace dos años, la comunidad se ha encargado de mantener este espacio en óptimas condiciones para que los niños y jóvenes disfruten al máximo las actividades que cada tanto realizamos”, comento Mariela Rondón, residente del sector.
Según Rondón, cada vez es mayor el deseo de los niños por asistir a las charlas realizadas en la biblioteca, además de seguir cultivando el hábito lector y fortalecer lazos de amistad con los niños que vienen del vecino país.
Lo anterior ha significado un punto de inflexión para la educación en la zona, pues en articulación con diferentes asociaciones y fundaciones, se ha venido trabajando mancomunadamente en el desarrollo de charlas pedagógicas para guiar a niños y jóvenes por el buen camino, con el fin de alejarlos de los malos pasos.
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Para la comunidad es satisfactorio ver los salones llenos de personas cuando se ejecutan dichas actividades, “pues siempre estas iniciativas han tenido buen aforo tanto de nuestra comunidad como de otros sectores”, comentó un residente de la zona.
Riesgo latente
No obstante, durante los últimos meses se ha estado presentando una situación que afecta la integridad de la población.
Se trata del escaso alumbrado público que hay en la zona, lo cual ocasionó que se incrementara la presencia de habitantes de calle, quienes arriban al sector durante las noches para consumir sustancias alucinógenas mientras los vecinos se encuentran durmiendo.
Por tal motivo, lo que es un centro de educación e integración de la comunidad durante el día, se convierte en un foco de inseguridad en las noches.
Esta es una situación que ‘se les sale de las manos’ a los residentes, quienes a pesar de estar cuidando el escenario en el día, en las noches al irse a sus viviendas a descansar, se complica, por lo tanto solicitan ante las entidades correspondientes una pronta solución.
Sin respuesta
Pese a que en reiteradas ocasiones La Opinión buscó la forma de comunicarse con el Consorcio de Alumbrado Público San José de Cúcuta (SJC), al cierre de esta edición no hubo respuesta por parte de la entidad.
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