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Vuelve y juega
Más allá de los escándalos de micos y la indignación justificada de la ciudadanía frente a los privilegios de los políticos.
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Domingo, 26 de Marzo de 2023

Esta semana se hundió la reforma política presentada por el gobierno Petro al Congreso. En su quinto debate el Ministro del Interior tuvo que retirarla, al perder las mayorías para su aprobación. No es la primera vez que sucede y, si no se hacen acuerdos, no será la última. Se ha convertido casi en misión imposible impulsar cambios a nuestro sistema político, ante la ausencia de voluntad de los parlamentarios de modificar las reglas de juego bajo las cuales resultan elegidos. Desde hace más de una década se ha intentado aprobar la necesaria reforma política  y siempre surgen esperanzas  de éxito en la primera vuelta de su trámite, pero cuando empiezan los debates definitivos de la segunda vuelta, surgen opositores abiertos y disfrazados, aparecen los “micos” que espantan a la opinión pública y finalmente muere el proyecto.

Mientras tanto el ciudadano, que no entiende nada de esos debates, a lo único que reacciona es precisamente  a aquellos artículos calificados como micos u orangutanes, que se pretenden incluir para favorecer a los congresistas. En este caso hubo varios como el levantamiento de inhabilidades, la puerta giratoria para entrar al gobierno y regresar al parlamento, el transfugismo  o el descaro de establecer el resultado de la elección anterior como el criterio principal para definir el orden de una eventual lista cerrada. El problema grave es que la gente no entiende de esas discusiones y no participa activamente, como si sucede con la reforma a la  salud o laboral. No entienden que si en Colombia no cambiamos el sistema político y el ordenamiento territorial, no habrá cambio real  y seguiremos sin resolver las necesidades de la gente.

Más allá de los escándalos de micos y la indignación justificada de la ciudadanía frente a los privilegios de los políticos, en el fondo de la discusión se encuentra la resistencia al cambio. La Misión Electoral prevista en los acuerdos de paz con las  FARC presentó un informe hace 6 años que aún sigue vigente. Si no eliminamos el voto preferente y avanzamos hacia un sistema de listas cerradas, con democracia interna de los partidos, ninguna reforma va a servir. El argumento en contra de esta propuesta es el mismo desde hace 20 años, cuando lo propusimos por primera vez en la reforma política del 2003: la falta de democracia interna. Es válido y cierto. Lo que debemos preguntarnos es ¿por qué en todo este tiempo los partidos no avanzaron en esta materia, sino por el contrario retrocedieron? Ya los partidos tradicionales ni siquiera convocan sus Convenciones Nacionales, ni elecciones  directas de sus organismos de dirección, que en su momento eran criticadas por poco representativas. Ahora las decisiones se toman en la casa de expresidentes con  los parlamentarios. Se convirtieron en clubes exclusivos y excluyentes de congresistas.

La crisis de esos partidos es la que ha generado la necesidad de abrir espacios de participación y la búsqueda ciudadana de nuevas opciones, en donde  liderazgos diferentes se puedan expresar. Por eso, en el caso de En Marcha, nuestra apuesta será la de asegurar la participación permanente de afiliados y simpatizantes en la toma de decisiones, con la utilización de las nuevas tecnologías digitales. Cada afiliado tendrá su identidad digital y con su móvil decidirá en forma permanente sobre la orientación del partido. 

El Ministro Prada propuso un gran Acuerdo Nacional para reformar la política cuando retiró el proyecto. Ojalá  tenga respuesta positiva de los partidos y diversos sectores de la sociedad. Que bueno fuera ver a la Andi, Fenalco, la CUT, organizaciones sociales, opinando de estos temas como lo hacen a diario sobre la tributaria, salud, laboral. Solo lograremos sacar adelante el país cuando comprendamos que la mala política es la causante de la ineficacia del estado para resolver  los problemas de los ciudadanos. Y en ese acuerdo nacional hay que incluir un nuevo ordenamiento territorial para el país y el cambio de un régimen centralista a uno de naturaleza federal. Atrevámonos a los cambios estructurales y de largo plazo que requerimos.

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