Hoylos venezolanos irána las urnas para decidir su futuro. Si las elecciones fueran libres y no tuviesen las restricciones del régimen deMaduro, la oposición ganaría. Y, más allá de los resultados, se multiplicarían los análisis sobre el fracaso del experimento chavista, así como sobre el modelo a seguir para la recomposición institucional y económica de Venezuela.
Los cucuteños menores de 30 años no tienen recuerdos del Paso Andino, ni de mercar en San Cristóbal, y menos aún del San Antonio de los años 60 y 70. Tampoco de los miles de turistas que nutrían el comercio de Cúcuta. Las consecuencias del chavismo han sido devastadoras paranosotros, no solo por la inmigración desordenada sino porque los años de cierre y trochas dejaron en la criminalidad el poder real.
Sin duda, en Venezuela, dada la inmensa riqueza petrolera, los gobiernos de Acción Democrática y COPEI gobernaron mal y, lo peor, cayeron en un lodo de corrupción.Muchas reformas se necesitaban a finales de los 90, en medio del descontento. Pero el cambio que encarnó Hugo Chávez, llamado “socialismo del siglo XXI”, dejó rápidamente su romanticismo inicial y se transformó gradualmente en un régimen autoritario que restringió las garantías ciudadanas, en particular las libertades de pensamiento y expresión, liquidando medios de comunicación y persiguiendo opositores; resquebrajando, además, la institucionalidad, porque subyugó las tres ramas del poder público y los organismos de control; y, manipuló distintos comicios electorales, impidiendo que el pueblo decidiera sobre su futuro. Pasados 13 años de Chávez y 12 de Maduro, este período representa una generación perdida.De ese mal llamado socialismo solo ha emergido una élite despótica, ladrona del Estado.
Las cifras hablan: más de 7.5 millones de venezolanos han emigrado, en su mayoría hacia Colombia y otros países suramericanos. Centenares se han atrevido a cruzar el Darién, Centroaméricay Méjico para abrazar el “sueño americano”. Las olas migratorias de la actualidad responden afalta de estabilidad y oportunidades.
El caso venezolano impacta. En términos económicos, con la riqueza petroleraera viable construir un socialismo sostenible, con creciente infraestructura, producción agrícola, industrialización, y sustitución gradual de importaciones. Pero no, Chávez adoptó el asistencialismo extremo, que le resta compromiso y laboriosidad a la gente, y prefirió ensayar unavisión trasnochada de la lucha de clases. El resultado es deprimente, porque hoy Venezuela supera en algunos indicadores la pobreza de Haití, con una inflación que en algunos períodos ha sobrepasado el 2000%, y un crecimiento económico negativo del 12%, lo cual explica esas migraciones que han escapado al autoritarismo y la escasez. De exportar cotidianamente 2’700.000 barriles de petróleo antes de Chávez, ha pasado a exportar solo 667.000 barriles diarios, que tienehipotecados. Parece ficción que el país con mayores reservas petroleras del mundo se encuentre en semejante situación.
Maduro ocupa el cargo desde el fallecimiento de Chávez, en febrero de 2013. Ganó la elección sobreviniente por menos de dos puntos porcentuales sobre Henrique Capriles. Intenta su tercer mandato, en medio de dificultades económicas y un descontento generalizado. Pero con el poderdedictador, una burocracia comprometida, el dinero del Estado a su antojo, y amenazas para sus opositores.
Los acuerdos de Barbados de 2023 generaron alguna esperanza de elecciones libres, con garantías y veeduría internacional. Estados Unidos, uno de los países garantes, levantó algunas sanciones económicas que había impuesto a Venezuela. Pero Maduroincumplió pronto lo pactado, desconociólos derechos de la oposición e inhabilitó a su principal dirigente, María Corina Machado.
Esta vez, no obstante existir 10 candidatos, la oposición se concentra en Edmundo González, el exdiplomáticoungido porMachado, quien muestra una ventaja de 30 puntos en las encuestas. El fraude representaría el colmo del cinismo.
Recomponer Venezuela no será fácil. Será un proceso económico e institucional que tomará años. Poner fin a esta pesadilla del chavismo, es el primer paso. Ojalá los venezolanos puedan orgullosos entonar esta noche el “Gloria al bravo pueblo que el yugo lanzó, la ley respetando la virtud y honor…”
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