Nadie se imaginaba que esto de las redes sociales se iba a meter tanto en la mente de las personas, pero al parecer, la idea de que los demás sepan lo que hacemos, comemos, disfrutamos, etc., si tiene alguna relevancia.
El hombre es una criatura social por naturaleza, y la mayoría de nosotros disfrutamos de la compañía de nuestros semejantes, e incluso de otras especies de animales como, perros, gatos, pajaritos, y hasta reptiles.
El hecho es que lo que se conoce como “redes sociales” ha convertido el mundo en un lugar pequeñito, nada discreto, ni mucho menos secreto. Ahora bien, ¿esto resulta ser bueno o malo?, o mejor lo planteamos de otra forma: ¿normal o patológico? Como en muchos casos, esta pregunta no se puede contestar con un simple sí o no, sino más bien con un “depende”, haciendo que lleguemos al limbo entre lo que es el uso o el abuso de ellas, lo cual podríamos establecer con preguntas sencillas, tales como, ¿cuándo, dónde, cuánto, con quién, para qué?, así que, todo en exceso puede ser perjudicial.
Los que ya tenemos algunos años a cuestas, recordamos que para enterarnos de lo que sucedía en el mundo teníamos la televisión, y también nos acusaban de que pasábamos mucho tiempo frente a ella, ¡cómo era posible estar todo un domingo pegado a ese aparato e incluso trasnocharse con una buena película! Pero una vez que salíamos de casa la TV ya no estaba, entonces hablábamos con los amigos, jugábamos y compartíamos socialmente, pero lo que realmente importaba es que en el colegio, la misa, la universidad, el cine, etc., no la estábamos mirando.
Hoy en día seguimos conectados con los amigos en cualquier lugar y momento, es igual que antes, nos gusta compartir con ellos, así que ya no hace falta reunirnos en la casa de alguno para pasarla bien, basta con estar en un grupo de whatsapp. El problema radica en que nos acompañan a donde vamos, y por lo menos yo, no termino de aceptar que mis estudiantes estén usando los teléfonos en clase, porque deben estar atentos a lo que se está discutiendo, pero algunos se ríen, mandan mensajes de voz, no están en lo que deben estar y al final preguntan si puedo repetir lo que acabo de decir momentos antes, sin derecho a prohibir esos dispositivos, porque ahora dizque les hago bullying, no es justo.
Con las redes sociales la terapia del olvido tampoco es posible. Antes, si teníamos una decepción amorosa o los padres querían que su niña se olvidara de un joven que no le convenía, bastaba con llevarla de vacaciones, es decir, “poner tierra de por medio” y, en aproximadamente un mes, las pasiones se calmaban, pero ahora se la pasan mirando qué está haciendo el otro, en el facebook, los estados de whatsapp, o cualquier medio que les permite, en tiempo real, no solamente conocer el lugar donde se encuentra el ex-novio, sino también con quién, de manera que el sufrimiento se hace prácticamente eterno.
Sin embargo, para el trabajo y la ciencia, las redes son una maravilla, ya quedó demostrado durante la pandemia.
No podemos reprochar un avance tan importante en las comunicaciones, es una gran ventaja contar con ellas, y resulta paradójico que cuando se les critica, se hace a través de whatsapp. Solo recomiendo utilizarlas en el tiempo libre, lo demás ya depende de cada quien, o es que, ¿acaso la gente no tiene derecho a mirar tonterías de vez en cuando y reírse de eso?